Somos el resultado de muchos debes, desde pequeños nos han enseñado a complacer, debes dar las gracias, debes sonreír, debes dejar tus cosas, debes cruzar las piernas como una señorita, debes callarte cuando hablen los adultos, debes obedecer, debes atender a tus hermanos, debes y más debes... nuestras modelos han sido nuestras abuelas, y nuestras madres, protectoras de la familia, mujeres que en muchos casos no han podido acceder a la educación, y que han tenido que mantener una actitud de sumisión para mantener la conciliación familiar, el que dirán, si echamos la mirada atrás en nuestro tiempo de escuela, los nacidos en 1970, los que nos despertamos con la violencia de ETA, a los que no nos permitían tener amigos, hijos de padres divorciados, eran como la peste, los malos de la escuela, situación totalmente normalizada hoy en día, pero en aquel entonces, nuestros padres nos advertían que no eran buena compañía, lo peor, ¿como iba a tomar una mujer la decisión de separarse por aquel entonces?, la sociedad la lapidaba, verbal y moralmente. Así que nos educamos a base de palos, los profes nos daban con la regla cada vez que no acertábamos en las respuestas, muchas chicas iniciaban sus carreras universitarias para enganchar algún futuro arquitecto, médico o abogado, ennoviarse y dedicarse a la vida familiar. Nos educamos en una religión católica que nos dió una de cal y otra de arena, teníamos valores y una clara sensación del bien y del mal, pero también cultivamos un sentimiento de culpa y un exceso de responsabilidad, aguantamos relaciones de padres conflictivas, la sumisión de las madres, y en muchos casos el miedo a la figura del padre, que se quitaba la correa del pantalón con facilidad y nos daba sin posibilidad de pedir socorro a ningún número de atención o auxilio social, y nos daban con ganas, todo esto nos ha generado una autoestima por el suelo, una necesidad de complacer bestial, para que nos acepten, para que nos quieran, y eso supone que en muchos casos las mujeres víctimas de esas situaciones son carne de cañón para los lobos, personas muy complacientes, que en su necesidad de cariño han encontrado abuso y en muchos casos maltrato, lo vemos todos los días en el telediario, los modelos se reproducen y así ha sido, tanto de hombres como de mujeres.Está claro que la necesidad de complacer es una entrada al abuso, cuando te vuelves complaciente con alguien en vez de recibir aprecio, y gratitud, recibes más y más exigencias, hasta que uno de los dos se cansa, el abusador se va por otra víctima, o tú, exhausto de tanto ceder no puedes más y tiras la toalla, tanto dar sin recibir, nada...nada a cambio, solo tiranía. y ahí va la pregunta ¿por qué llegamos a esto?, la necesidad de ser aceptado por la familia política, amigos, compañeros, por no tener discusiones y sencillamente la incapacidad para decir NO, Cada vez que haces algo, por que crees que debes hacerlo, no te estás escuchando, ocultas tus deseos, y descuartizas tu autoestima, te encierras en tus cuatro muros, esos que te encierran por la sencilla razón de complacer, por que es una incapacidad para decir NO, y el abusador se acostumbra a tu ...vale, lo que tu quieras, me da igual, por no tener conflictos, que más me da, estoy agotada pero da igual que venga a cenar, iremos donde tu quieras, no pasa nada, te perdono una y otra vez, y otra y otra,
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