lunes, 30 de septiembre de 2019

QUIERO DESPERTAR.

QUIERO DESPERTAR, abrir la ventana.
Quiero CAMINAR escuchando el silencio
ATRAPAR el instante, disfrutar serena,
de la brisa, del aire, de los brazos del viento.

Amanecer en los sueños, dándoles el color
DE una paleta de rojos intensos, azules inmensos,
de verdes mezclados con blancos amarillentos,
 también dorados y cálidos canelas.

Quiero partir impulsada por lo tierno, por amor,
por angelitos que vuelan en un hermoso cielo.
Reír sin consuelo, sabiendo que pierdo el miedo.
Que saco pecho y sacudo mi cabello,

Tengo que despertar, cambiar los suelos.
Pisar con fuerza,  con confianza,  con valentía.
Quiero DESPERTAR, abrir la ventana.
Beberme la luz, de un bonito infinito.

Quiero dibujar las huellas de la superación,
De caminar sobre un presente consciente,
de atender y mirar la línea del horizonte,
para escribir el título de mi próxima historia.

sábado, 21 de septiembre de 2019

PROMETISTE, DESPEDIRTE...Y ASÍ FUE.

Prometiste despedirte, siempre me lo dijiste. Nunca te irías sin decirme ADIÓS, sin besarme, sin mirarme a los ojos y hacerme comprender de nuevo lo que había significado en tu vida, todo. 
Lo expresabas tan bien, podías buscar palabras a lo que sentías, mientras yo quería decirte tantas, tantos sentimientos que se definían con palabras dentro, pero que no querían salir, era incapaz de vocalizarlas, si de hacerlas sentir, pero no de decir. 
Tú me calmabas, diciéndome: ¡no hace falta que hables!, que digas, tus ojos me miran con la luz que necesito, con el color que quiero, con la abertura con la que veo, tus ojos ya me dicen lo que sientes. Me abrazan y besan, imantan a los míos y así no puedo dejarte de mirar. 
Prometiste despedirte, siempre lo dijiste. Pensé que nunca llegaría ese momento, quizás que yo me fuera antes que tú. Quise buscar de nuevo palabras a tanto amor, pero los sentimientos me desbordaban y no me dejaban hacerlo.
Recuerdo cuándo nos vimos, cuando nos descubrimos. Fue como si en un camino de una gran ciudad, apareciera un manantial, rodeado de un paisaje prerrafaelita, lleno de hojas maravillosas de todos los tamaños y colores verdes, flores moradas, rosas, rojizas y tornasoladas. Fue como si en un día de invierno cerrado, apareciera el hermoso sol y un bonito arcoiris, era como si una central eléctrica desencadenara todo su potencial funcional e iluminase hasta el último rincón de nuestro cuerpo. Fue como si el tiempo se hiciera lento, el iris fuera una especie de código virtual y nuestras miradas se hubieran descodificado para buscar un único código que nos uniera. Fue un imán que nos hizo buscarnos y no separarnos más.
Prometiste despedirte, siempre me lo dijiste. Sentada en tu cama, te cogí la mano izquierda, una mano moribunda pero fuerte, llena de raíces como las del sauce, bajo el que me cobijaba cuando apenas tenía cuatro años, cuando pensaba si en un futuro quería un amor intenso y corto o un amor menos intenso y más largo en el tiempo. Tú fuiste tan intenso y a pesar de los años juntos, tan corto. Quería agarrarte para no dejarte marchar, pero te fuiste. En ese instante dejé de respirar, se bloquearon mis venas y mis arterias, mi rostro palideció, se colapsó mi mente y dejé de escuchar y sentir el corazón.
Te agarré de la mano sintiendo cada vena y las arrugas de tu piel, caminamos juntos por un sendero iluminado hasta que me dí cuenta que una fuerza superior me frenaba y a ti  no.
Prometiste despedirte, siempre me lo dijiste y así fue. Me miraste por última vez como la primera entusiasmado por lo que mis ojos te decían y eran tantas palabras bonitas, tanto agradecimiento. Me abrazaste como tantas veces, me susurraste que debía volver. Debía esperar allí, sin saber ni como ni porqué y verte marchar como tantas veces te fuiste para volver. Pero antes de irte, de dejarme, pero no olvidarme me dijiste:
Ahora, te esperaré al final del camino, en un bonito amanecer. El tiempo aquí no existe y así no sufriré. Tu tendrás la esperanza y la certeza de caminar por la vida sabiendo que cuando tu vida se apague, se nos encenderá de nuevo la luz, esa que cuando estábamos juntos recorría cada rincón de nuestro cuerpo.
Prometiste despedirte...Y así fue.

viernes, 20 de septiembre de 2019

PABLO NERUDA. PUEDO ESCRIBIR LOS VERSOS....


https://www.youtube.com/watch?v=Q1-Yr4QyFWw

PUEDO ESCRIBIR  los versos más tristes esta noche.

ESCRIBIR por ejemplo: La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.

El viento de la NOCHE gira en el cielo y canta.

PUEDO ESCRIBIR los versos más tristes esta noche.
YO LA QUISE, y a veces  ELLA TAMBIÉN ME QUISO.

En las noches como esta, la tuve entre mis brazos.
LA BESÉ tantas veces en el cielo INFINITO.

ELLA ME QUISO, a veces ELLA TAMBIÉN ME QUERÍA.
Cómo no haber AMADO sus grandes OJOS FIJOS.

PUEDO ESCRIBIR LOS VERSOS MÁS TRISTES ESTA NOCHE.
PENSAR QUE NO LA TENGO, SENTIR que la he perdido.

OIR la noche intensa, MÁS INTENSA SIN ELLA.
y el verso cae al alma como el pasto al rocío.

QUE IMPORTA, QUE MI AMOR no pudiera guardarla.
LA NOCHE ESTÁ ESTRELLADA Y...ella no está conmigo.

ESO ES TODO. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
MI alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada, la busca.
MI CORAZÓN, la busca y ella no está conmigo.

LA MISMA NOCHE, que hace BLANQUEAR los mismos
ÁRBOLES.

NOSOTROS, LOS DE ENTONCES, ya no somos los MISMOS.

YA NO LA QUIERO, ES CIERTO, pero TAL VEZ la quiero.
Es TAN CORTO el amor, Y ES TAN LARGO EL OLVIDO.

Porque en noches como esta, la tuve entre mis
brazos.
Mi alma NO SE CONTENTA CON haberla perdido.

AUNQUE éste sea el último DOLOR que ella me causa
Y ESTOS SEAN los últimos versos QUE YO LE ESCRIBO.







lunes, 16 de septiembre de 2019

EL ESPEJISMO

Los espejismos ocurren en los desiertos o en las selvas, pero también en la vida. Cuándo ya no puedes más, estás exhausta, caminas con calambres por la deshidratación, tu estómago vacío, ya no grita de hambre y ahora se contrae de dolor. Te has quitado la mochila que pesa tanto, tus pasos se han tornado lentos, torpes y poco funcionales, su avance es mínimo. La vista no pierde la esperanza, pero lo que ves es turbio, ya no sabes si lo difuminado está cerca o quizás muy lejos. No hay horizonte entre tanto abismo de arena, o el verde de una selva que cada vez crece más. 
Entonces cuándo das el que no sabes que es el último paso, ese que dice basta, ese que dice no puedo más, ese que te hace reventar como un explosivo en mil pedazos. El que tras tu dolor, desesperanza, y aturdimiento hace que caigas, te golpees fuerte, cierres los ojos y atravieses el espejo.
Entonces descubres el olor de los árboles frutales, de las flores de primavera, el tierno desapego de los árboles al perder sus hojas en otoño, despegándose con un balanceo, contorneándose con la brisa de un fresco viento de otoño. Aparece el sol del amanecer por el este y el del atardecer por el oeste, se fusionan haciendo desaparecer las horas de un reloj que no importa. Las estrellas cuelgan de los árboles, tan cerca que puedes tocarlas y colgar lo poco que recubre tu cuerpo, ya no te hace falta.
Caminas sin nada, radiante. Tu pelo se enreda en alguna nube que al paso deja deslizarse entre sus nudos de pequeños cristales, para dejarte marchar. No importa hacia donde ir, tampoco si quieres parar. Estás descansando detrás del espejo, donde el paisaje es el mismo, donde tú eres la misma, pero a este lado se funde el candor del sol, de las estrellas y de una luna llena que crece en cada uno de tus pasos, que te envuelve y arropa, mientras coges las estrellas de las ramas de los árboles para lanzarlas a un firmamento colapsado por la fusión de la magia de unos astros que te bendicen y rodean.

sábado, 14 de septiembre de 2019

HOLA QUERIDA...

Hola querida, amiga, ángel, ser de luz, camino... Tú me has ayudado a mi, me sorprendiste con tu interés en esos momentos que creí no interesar a nadie, me diste voz, cuándo pensaba que no la tenía, me diste confianza cuándo tanta gente me la quitó. Tu me ayudaste a mi, cuándo leíste y me escuchaste. Renació en mi la confianza, la seguridad de tener magia en mi interior, compartiste la luz de tus ojos conmigo y me abriste un camino que sin saberlo, sin programarlo, sin quererlo hicimos juntas aunque con diferente intensidad. Abriste de par en par una puerta que chirriaba, estoy convencida de lo que te digo. Tú me ayudaste a mi, una magia sin vuelta atrás, ahora veo tan claro ese sendero que buscaba y que la oscuridad me cubría, ahora la intención me llama, cada segundo descubro algo que me lleva a entender lo que creo, a explorar esos destellos que marcan una senda que quizás ya, no tenga límites. Querida, amiga, ser de luz, camino... tú me has ayudado a mi.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

¿CÓMO CULTIVAR EL EQUILIBRIO EMOCIONAL?



COMO CULTIVAR EL EQUILIBRIO EMOCIONAL ATRAVÉS DEL MINDFULNESS.

¿Qué debo hacer?, cuándo te ocurre algo que te bloquea, que te produce una emoción muy fuerte, se te acelera la respiración y se te enciende el piloto  automático que llama  a todo tu ejército fisiológico y dispara tus alarmas en el cerebro ( sistema límbico ) anulando la razón para defenderte. Una reacción automática e impulsiva, que provoca respuestas inadecuadas y desproporcionadas nada razonables producidas en un sistema de falsa amenaza.
Entonces debemos:
Hacer una pausa, detenernos. Observar lo que está ocurriendo, como nos domina una emoción interna e intensa. Buscar ¿Qué sucede en nuestro interior?
Seguir estos pasos:
-         Respirar hondo, serenarse. Cobijarse en la cueva de la respiración, cambiar de escenario, retirarse un momento y centrarse en la respiración profunda, reconectarse, yendo a aquellas zonas del cuerpo donde la emoción se manifiesta, no evitar sentir ni experimentar estas sensaciones corporales.
-         Tomar conciencia de la emoción. Significa observarla sin juzgar para conocer la experiencia emocional. Observar que situaciones desencadenan esa emoción si es una situación o es una persona. Descubrir cuál es la emoción que nos está embargando o si son varias. Ponerles nombre. Alegría, tristeza, ira, miedo…Cuando las reconocemos, hay investigaciones que dicen que este reconocimiento favorece el detrimento de su fuerza. Es muy importante reconocer o averiguar cómo se expresa esa emoción, por ejemplo me tiemblan las manos, me duele la cabeza, siento presión en el pecho…También preguntarse ¿qué necesidad esconde?, ¿que nos impulsa  hacer ¿( gritar, correr, amenazar, llorar o reír…)

-         Aceptar la experiencia, permitir la emoción. aceptar la emoción sin juicios, en permitir que sea tal cual es, sin reprimirla ni oponer resistencia. Nos hacemos espectadores del rechazo que nos despierta. Dejamos que la emoción se exprese tal cual es. Le damos su espacio y la reconocemos dentro de nosotros, como algo que ocurre en nuestro interior.

-         Darnos cariño: es fundamental conectar con nuestro interior, abrazarnos, comprendiendo lo que ocurre, nos damos afecto nosotros mismos…Pensemos que el «maltrato personal» atenta contra esa fuerza que tanto necesitamos para alcanzar el equilibrio emocional. Si nos resulta difícil recurrimos a las personas que más nos quieren y que nos reconforta escuchar.

-         Soltar la emoción: intensidad de la emoción se irá reduciendo poco a poco y esto nos permitirá separarnos de ella. No somos la emoción solo le hemos dado cobijo durante un tiempo. Solo conseguiremos que la emoción desaparezca cuando consigamos que no se haga con el protagonismo de nuestro diálogo interno. (rumiar sin cesar, la preocupación, la emoción).De manera directa y tajante no se puede hacer desaparecer, pero así se va a ir disipando a través del contacto con ella. En este sentido, pensar que no somos la emoción es una estrategia clave para limitar el poder de la emoción sobre nosotros.

-         Una vez pasada la tormenta emocional, el último paso para conseguir el equilibrio emocional consiste en decidir si actuar o no. Si la situación en la que estamos inmersos demanda una respuesta, ahora estaremos en mejores condiciones para generarla. Desde la calma y la conexión con nuestras dudas y deseos será mucho más fácil actuar. Ahora bien, si no es necesario que demos una respuesta inmediata, lo más conveniente es esperar a que la emoción haya perdido la intensidad del todo y, de esta forma, hayamos asimilado su mensaje.

-          Como vemos, una emoción difícil puede transformarse en serenidad y calma a través de la atención plena y el paso del tiempo. El filósofo neerlandés Spinoza lo expreso muy bien: «Un afecto que es una pasión deja de ser pasión tan pronto como nos formamos de él una idea clara y distinta».

-         Estar presentes en las emociones es la llave que abre la puerta hacia el equilibrio emocional. Una práctica que requiere tiempo y destreza; sin embargo, si la conseguimos dominar, nos ayudará a sobrellevar las dificultades y problemas de nuestro día a día, tanto con nosotros mismos como con los demás.

La intensidad de la emoción se irá reduciendo poco a poco y esto nos permitirá separarnos de ella. Así, ya no pensaremos que somos la emoción, sino que la estamos albergando durante cierto tiempo.

Es importante tener en cuenta que solo permitiremos que la emoción se disipe cuando impidamos que se alce con la batuta de nuestro diálogo interno. Así, de manera directa no podemos forzar su desaparición, simplemente se va a ir disolviendo a través del contacto con ella. En este sentido, pensar que no somos la emoción es una estrategia clave para limitar el poder de la emoción sobre nosotros.
Una vez pasada la tormenta emocional, el último paso para conseguir el equilibrio emocional consiste en decidir si actuar o no. Si la situación en la que estamos inmersos demanda una respuesta, ahora estaremos en mejores condiciones para generarla. Desde la calma y la conexión con nuestras dudas y deseos será mucho más fácil actuar. Ahora bien, si no es necesario que demos una respuesta inmediata, lo más conveniente es esperar a que la emoción haya perdido la intensidad del todo y, de esta forma, hayamos asimilado su mensaje.

Como vemos, una emoción difícil puede transformarse en serenidad y calma a través de la atención plena y el paso del tiempo. El filósofo neerlandés Spinoza lo expreso muy bien: «Un afecto que es una pasión deja de ser pasión tan pronto como nos formamos de él una idea clara y distinta».

Estar presentes en las emociones es la llave que abre la puerta hacia el equilibrio emocional. Una práctica que requiere tiempo y destreza; sin embargo, si la conseguimos dominar, nos ayudará a sobrellevar las dificultades y problemas de nuestro día a día, tanto con nosotros mismos como con los demás.

«Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento».

-Viktor Frankl-

Esta información sintetiza los siete puntos recogidos por el  Psiquiatra y catedrático de Psicobiología Vicente Simon, para recobrar el equilibrio emocional.




domingo, 8 de septiembre de 2019

QUIZÁS MAÑANA!

Quizás mañana, te dejé de querer,
Quizás mañana, no quiera volver.
Quizás no sepa que descubrir,
y quizás no sepa que hacer.

Quizás mañana, los colores sean otros.
Quizás haya nubarrones, y llueva,
Quizás se habrán los caminos,
y quizás me pierda entre la arboleda.

Quizás no mire ya hacia atrás,
Quizás me duela repasar, recapitular,
Quizás te mire, de otra manera
y quizás me recrimines que así sea.

Quizás sea la oportunidad, quizás lo sea.
Quizás te quedaste ciego de no mirar,
aquello que tenías tan cerca, a tu lado
Y ahora el despertar canalla, ¡maltrata!.

¡Maltrata!, quizás maltrata, ¡tu mirada!.

EL ABUELO OLVIDADIZO

Gabriél vivía con su madre y su abuelo. Era un niño alegre pero muy tímido. Su abuelo era su super héroe, le había enseñado a construir dificilísimos puzzles de lego. Los tenía en la habitación y por la noche los observaba mientras se le cerraban los ojos, era casi siempre la ubicación por la que empezaban sus sueños. Antes llegaba Luis, su abuelo y le contaba un precioso cuento, de esos que se inventaba y en los que a veces se perdía , Gabriél le ayudaba a deshacer el nudo, ese donde se había metido y del que no sabía salir. Un día el niño decidió decirle al abuelo que lo hacía a propósito y el abuelo le dijo que no era así, pero que él siempre sabía ayudarle, cuándo se metía en problemas narrativos y se liaba con los personajes o se bloqueaba con la historia sin saber rematar el final.
Ese día el abuelo le apagó la luz, después de contarle el cuento de un rey egipcio que tenía poderes de fuerza e hizo unas pirámides en las que ningún hombre podía llegar a esa altura jamás si no era por una fuerza sobrenatural. El faraón hacía volar las enormes piedras hasta que las colocaba una encima de la otra hasta una altura que no podía alcanzar sus esclavos. El día que murió,le metieron en su sarcófago lleno de ricas delicias y maravillosas joyas, el abuelo le dijo a Gabriél que no sabía como terminar el cuento y el niño le contesto siguiendo la historia. El faraón fue enterrado en la pirámide, había una puerta secreta en su base donde cabía el sarcófago. Allí permaneció durante años hasta que un arqueólogo encontró la puerta y la abrió. Se encontró con un precioso salón dentro y cientos de papiros con jeroglíficos. Los recopiló todos para traducirlos. Ponía exactamente: la fuerza, las ganas de hacer y de construir te hacen volar. 
El abuelo viendo que a Gabriél, se le cerraban los ojos, le besó en la frente y le apagó la lamparita.
Los cuentos de Luis, eran maravillosos, permitían a Gabriél encontrar un final creado por su imaginación, una solución a la mente olvidadiza del abuelo. Una mente generosa que creaba cuentos en los que le regalaba el final a su nieto. Avivando su capacidad creativa, su potencial narrativo.

jueves, 5 de septiembre de 2019

LOS SINCERICIDAS

Dónde está el límite de la verdad, cuándo la verdad no es única, no está filtrada a las percepciones condicionadas del ser. No es necesario decir lo que pensamos que es verdad de los demás cuándo no viene a cuento, cuándo no ayuda a nadie, cuándo solo sirve a los sincericidas para esparcir comentarios subjetivos que vienen desde su punto de vista, que dicen han vivido ellos y no lo hemos hecho los demás. Muchos hemos sido las víctimas de todos aquellos que cuentan verdades dolientes con el único motivo de la jodienda, de lo retorcido y con la pretensión de subirse al pedestal de los que van de cara para que los demás vayamos de culo.
El tratamiento de la verdad se ha tergiversado, utilizado como fin para darse valor uno mismo ante los demás, desacreditando a muchos, cuándo las víctimas de los dimes y diretes, no ha convivido con esa verdad, que parece personal, contextualizada y contaminada.
Al final la obra de la caridad de la advertencia, hace mucho daño, prejuzgas a otros, sin saber la realidad. La vida está para dar oportunidades, no para quitarlas. Muchas veces no encuentras argumentos que sostengan los diretes y sí el arrepentimiento de haber divulgado los dimes y defendido unos prejuicios que solo han coartado tus ansias de relación, de llevarte bien, de pensar en positivo.
Si te encuentras con un sincericida, lleva cuidado, ponte mascarilla y tapones , veras con tus propios ojos como gesticula un ansia de divulgación con carga de energía negativa de alguien. Hazte el firme propósito de iniciar una relación de cero, partiendo de la confianza y dando una oportunidad a quién nunca te ha defraudado.
Como dice la justicia aunque digan de nosotros somos presuntos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario.
El polígrafo de la vida, habla la verdad sobre ti, no sobre los demás.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

HABLAR CON LOS QUE NO ESCUCHAN.

Es más fácil hablar y entenderte tu misma que hacerlo con muchos que a priori, no están dispuestos a escucharte, ya saben lo que te van a contestar antes de oírte. Llevan un patrón precocinado en una mente poco despierta y menos creativa. 
No entiendes porqué hablando el mismo idioma, no se produce comunicación. Sabes que el mensaje que emites, está trabajado, lo has desmenuzado en tu corteza prefrontal, pero nada, no hay manera.
Evidentemente esto te produce unos segundos de frustración, hasta que te das cuenta que hablas con puertas figurativas, que no se abren nunca. Se muestran como puertas, como cuando ves una casa de juguete, lo primero que haces es intentar abrir puertas y ventanas. Pues igual, hay personas que tienen sus canales de percepción de la información así. Solo parece que pueden escucharte, ayudarte y no. Entonces te das cuenta que tienes mucha razón, que no debes rendirte, que debes insistir con otras personas. Siempre habrá alguien con la calidad auditiva, razonable y con ganas de desaprender. 
Pero no puedes evitar, suspirar y decir ¡que aburrimiento de gente! y soltar un ¡Bufffff!, del que cada vez te cuesta menos reponerte.

LA TORRE Y EL ÁRBOL.

La torre estaba allí, aunque nadie la veía, oculta bajo una maleza creciente que rodeaba cada una de sus piedras, pasaban todo tipo de personas andando, cabalgando, carruajes todos seguían el camino, nadie había reparado en la existencia de la torre. 
Dicen que el rey de la torre, era un buen hombre que mandaba sembrar preciosos árboles en su jardín para alegrar la mirada de su hija invidente. Ella sentía como crecían los árboles a su alrededor, los pájaros cantar cada mañana. Incluso había un precioso árbol de más de veinte metros que llegaba a su ventana. Ella acariciaba su rama y sus hojas y esa rama cada vez se hacía más larga y más frondosa.
El rey murió y su séquito y vecinos, se marcharon terriblemente asolados por la ausencia de su rey.
La princesa se quedó en la torre con miles de libros que imaginó leer, cien mil historias que creó en su cabeza, imaginando un mundo que nunca había visto, solo a través de los ojos de su padre.
Un día salio de la torre, tenía cierto miedo a alejarse y no encontrar la puerta, pero la rama del árbol la siguió, y ella pudo agarrarse a una pequeña rama, que permitió sus preciosos paseos. 
Se sentaba debajo de un árbol y contaba maravillosas historias desde la oscuridad, los árboles y flores parecían escucharla con mucha curiosidad.
Un día mientras contaba una de sus historias, un caballero del reinado más cercano, observó la Torre entre las ramas, y escuchó una preciosa e interesante voz que narraba con minucioso detalle un cuento, se sentó sin decir nada y escuchó algo tan hermoso que no pudo olvidar. Tuvo miedo de asustarla y empezó a silbar. 
Ella preguntó de donde venía tan interesante sonido. El caballero se presentó y empezaron a hablar.
La princesa paseó con él, largo tiempo y se marchó prometiendo volver a escuchar esa voz.
Al cabo de unos días el caballero volvió a la torre y se pusieron al servicio de la princesa, segaron las malas hierbas y dejaron el protagonismo al árbol que tanto le había cuidado y protegido, era como el brazo de su padre, fuerte y muy arraigado a ella. 
Nunca se separaron más, se enamoraron. El de su luz interior a pesar de su oscuridad, Ella de su fuerza interior y su generosidad. Se amaron hasta el fin de sus días.
Si caminas y ves una torre abrazada por un enorme árbol, sentirás que el amor recorre cada una de sus ramas, y sentirás la energía del amor verdadero.

domingo, 1 de septiembre de 2019

PAULA, GRIS.

Olivia se estrenaba como profesora, joven y con ganas de trabajar en lo que siempre había pensado que le gustaba. No había sido fácil llegar hasta el instituto con una plaza de funcionario con destino provisional, ya que nunca antes había trabajado de docente. Pero tenía muchas ganas de comprometerse con esa profesión, algo que había soñado desde pequeña.
Llegó a la puerta del aula, antes de que tocara el timbre de entrada. Eran las 8,20 de la mañana y faltaban a penas 10 minutos para presentarse y conocer a los alumnos que durante todo el curso iban a ser sus tutelados. Estaba nerviosa, aunque controlaba su pensamiento gracias a su entrenamiento mental ya que hacía meditación. Algo que descubrió hace un par de años y que le hacía mantenerse erguida física y mentalmente.
Empezaron a entrar después del toque o timbre de entrada, un sonido carcelario de pocos amigos, que te hacía despertar y enervarte al mismo tiempo.
Cuándo la clase estuvo llena, pasó lista. Se presentó y les dispuso a escribir unas preguntas de información personal para conocerles, sobre sus hobbies, intereses, aficiones...
Todos empezaron a escuchar las preguntas a escribirlas y responder. 
Olivia se fijó en una niña con mirada triste, que no dejaba de escribir. Le preguntó el nombre, se llamaba Paula Gris, el apellido se lo puso ella, entre su nombre y sus apellidos, estaba el Gris. ¿por qué ? pregunto Olivia, y ella respondió nunca vi un claro en mi pensamiento, nunca vi el sol en mi interior, nunca vi la lluvia descongestionar mi mente.
Al acabar la jornada, Olivia llegó a casa y después de comer se puso a leer lo que sus alumnos habían escrito. El primero el de Paula. Empezaba así.
Buenos días Olivia, me llamo Paula, tengo 13 años, me llamo Gris, por que nunca vi la luz en mi interior. Mi madre se quedó embarazada, sin desearme, lo sentí así en sus adentros. Me parió en casa de mi abuela repentinamente, nací prematura. Mi abuela llamo al 112 y estuve ingresada en neonatos prematuros un mes y medio. El día que debían recogerme, nadie se presentó. Mi madre ausente y mi abuela estaba con mi abuelo ingresado por una subida de azúcar, durante esos días murió. 
Había una enfermera que mientras me mecía en sus brazos, lloraba. Hacía pocos días había tenido su tercer aborto y no entendía por que no venían a recogerme, ella me hubiera llevado consigo sin dudarlo. 
A los tres días apareció mi abuela, destrozada por la muerte de mi abuelo. Con ella he vivido y me criado, ha sido muy buena, pero hemos vivido hasta ahora en una pobreza absoluta, en manos de la cruz roja, asuntos sociales. He soñado tantas veces que podía haber nacido en una familia normal, donde pudiera abrazar a mis padres, contarles mis preocupaciones y mis inquietudes. 
Todo lo he superado sola, no quería preocupar a nadie.
Hoy, en mi primer día de curso, que podía ser emocionante, estoy más triste que nunca. Dejé a mi abuela enferma en casa, con depresión y a las dos de la tarde, iban los del banco para desahuciarnos, es el tercer aviso, no tenemos donde ir y no sé como solucionarlo.
Olivia, leyó la historia de Paula sin respirar, se dió cuenta cuando terminó y dio una larga exhalación. 
Cogió el coche y se acercó al domicilio de Paula. Allí estaban, seguían allí, pues la enfermedad de su abuela no permitía al banco hacerse con la casa. 
A partir de ese día todo cambió. Olivia tramitó todos los documentos para evitar el abandono del hogar, se había licenciado en derecho y su familia tenía un despacho de abogados con tradición familiar. Consiguieron que las dos permanecieran en su hogar, Paula sonreía como nunca lo había hecho. Su abuela consiguió un trabajo en una empresa de limpieza y también empezó a sonreír.
Olivia aprendió que la labor de enseñar requería de prácticas de submarinismo ya que es difícil intentar enseñar si el que te pretende escuchar tiene mucho ruido interior, tiene un fuego que no puede apagar, y una dispersión que no le deja observar, mirar, reconocer o atisbar ningún horizonte. Solo se pierde en el fondo de un océano que no le permite aprender.