domingo, 24 de octubre de 2021

ENTRE PISO Y ENTRESUELO

 Entre piso y entresuelo,

entre el principal y  el primero

Entre nubes y claros ,

entre muros y espacios

Entre llego y me piro,

entre observo y te miro,

Entre dimes y diretes,

entre escucho y callo.

Entre vete y ven,

entre cajones y maletas.

Entre cuándo y cómo,

entre quienes y somos.

Entre cuestas y bajadas,

entre risas y carcajadas.

Entre océanos y mares,

entre llantos y avatares.

Entre el cura y la sotana,

entre la ostia y la campana.

Entre sola y con amores,

entre me aburres y me jodes.

Entre me dan y me entrego,

entre te digo te amo y no te quiero.

Entre pienso y me chino,

entre me obsesiono y me deprimo.

Entre me muero, vivo y

entre vivos, me muero.

Entre que unos van y otros vienen, 

la vida pasa y no se detiene.



MIENTRAS LLOVÍA

Salí fuera a buscar la luz de las estrellas, quería contar los destellos en una noche mágica pero llovía, hacía viento y en el cielo encapotado y oscuro no se veía nada de nada. Entonces volví a casa para encerrarme sintiéndome sola sin saber que estaba conmigo misma. Solo escuchaba la voz angustiada de alguien que aterrada no ve más allá. Tumbada en el sofá cerré los ojos para no mirar y vi, vi el terror de una quietud que no deseaba. No se escuchaba ningún ruido, ni mensajes de whatsapp, ni notificaciones, nada. Nada se atrevía a capturar una atención que reclamaba gritar abrazada a un cojín. Entonces apareció una sensación de paz que me inundó, voces que me mecían en la oscuridad. Salté del sofá y me puse un chubasquero, agarré un paraguas y abrí la puerta. El viento me llevaba a empujones y las gotas de lluvia resbalaban sobre mi ropa, sentí que la oscuridad de la noche me invitaba a pasear. Mientras caminaba pensaba en volar, en dejar de tocar tierra y suspenderme en el aire como las hojas llevadas por el viento de un otoño grosero.
Abrí el paraguas y un fuerte golpe de viento me azotó e hizo vibrar todo mi cuerpo. Empecé a despegar del suelo sin miedo, atravesé las nubes y vi las estrellas, caminé sobre sus puntas notándolas en la planta de mis pies. Allá arriba ya no llovía, ni hacía viento, el ruido parecía no existir. Estaba sola pero plena de felicidad, había traspasado algo y no sabía cómo, no sabía cuánto duraría y tampoco cómo dejaría de estar y sentir lo que sentía. El concepto tiempo parecía haberse fundido cómo los límites de una realidad que ya no medía nada.


miércoles, 6 de octubre de 2021

EN UNA PIEL QUE NO LE PERTENECE.

 El sonido del silencio solo se escuchaba entre notas de música que ella imaginaba. Mientras, se acurrucaba en una piel que no le pertenece, que envejece y se deshace entre arrugas de oruga. 

Pasa de arrastrarse a resbalar. Pasa de ondularse a fijarse en una línea recta que perfecta dibuja una huella de sombras, que desaparece entre las piezas de un puzle que perdido parece negarse a buscarse. Entre una y otra pieza empieza una camino sin retorno, que sin horno se cuece despacio.

 Indagando una salida que se riza cómo un bucle infinito y si sale que no lo cree, no sabrá a dónde ir. Porque la salida es un dibujo con embrujo que solo miente y engaña. Entonces, se envalentona y gira entre los cuatro puntos cardinales que se pitorrean de un destino que pinta de memoria sin saber si rota, circula o retorna. Mientras tiembla de incertidumbre.

Se alumbra en una lumbre de llamas airosas que chispean y le queman una piel que no le pertenece.