Después de un año para olvidar, consigo organizar mi calendario de verano, y entre tiempo de custodia y de no custodia, además de los viajes a ver a la familia a 1.200 Kilómetros, consigo sacar tres días para reservar en un templo de meditación, para trabajar la atención plena, en resumen que todo lo que entra por tu mente sale, así que te enseñan a que no permanezca, y aprendes a aliviar tu pensamiento, es como limpiarlo con lejía, sabes que todo es cíclico, nada se queda... con todas estas conclusiones sacadas de seis libros y varias conferencias por youtube, de personas poderosas de este saber como Jon kabat Finn, me lanzo a la aventura de buscar un retiro.
Me meto en mi amigo desbocado de internet y las páginas web, aquí soy una osada, después de ver varias páginas, me quedo mirando una con música relajante, fotos de piedras de río, figuras de Buda, total que la ubicación me gusta, está cerca, y me lanzo a hacer la reserva por teléfono.
Inmediatamente después, empiezo a comunicar a mi entorno mi aventura, y me ponen de vuelta y media, que si estás loca, que ya veremos como sales de allí, que como se te ocurre, pero mi imaginación ya estaba como loca creando el ambiente de lo que me esperaba:
En un pueblecito precioso de Asturias, cerca de Gijón o Oviedo, por que no presté atención a la ubicación exacta, un templo blanco, con un enorme jardín de bonsais, fuentes de budas con las manos abiertas y el agua pasando entre los dedos, y árboles de grandes troncos, de esos viejos que parecen brazos llenos de venas. El Raman, un señor calvo, alto, fibroso, con una preciosa túnica blanca y dorada. Los salones del templo eran gigantes, con columnas y paredes transparentes para no perder nunca la conexión con la naturaleza, todo lleno de un ligero olor a madera de árbol, música de fondo relajante, se escuchaba a los pajaritos y el correr del agua de un manantial del jardín.
Llega el día, tres maravillosos días, solo para mi. Me hago la maleta, pensando lo que me voy a poner en cada situación, claro pienso meditar, comidas, y paseos, no creo que vaya a ver más opciones. Me pongo apropiada para la ocasión, ir cómoda durante el viaje, pero mona, y me pongo un mono vaquero de esos sueltos para que no me tiren los tejos si tengo que parar a preguntar.
Como me preocupo de cosas banales, no me preocupo de mirar la dirección exacta del templo, me meto en el coche ,coloco el Tomtom, que no me hace caso y me manda continuamente para Santander. y llego a la bifurcación de Gijón o Oviedo, y no sé que hacer, y digo será para Oviedo, que me suena algo de playa según la información de la página web, Cuándo llevo un rato al volante y no me aclaro, paro y pregunto en una gasolinera, saco el mapa que lo llevo en el móvil, y el gasolinero me dice vas en la dirección correcta pero te va a costar encontrar esto, está dificil, y me da la dirección de Tapia, como referencia, un pueblecito muy chulo, donde ya había estado alguna vez. Llego a la altura de Tapia, y bajo en una carretera estrecha, y allí plantado un bar, en la puerta dos hombres, con la mirada fija en mi, salgo del coche y les pregunto, me dicen ¿para que vas a este centro? aquí hacemos yoga del bueno. Ja, ja respondí y me fuí que me las pelaba de rápido, me habían indicado dar la vuelta y subir por una cuesta muy pindia, llegué a un pueblo uni vecinal, y el anciano me indicó ir por una carretera que parecía la de acceso directo al infierno, si me llega a dar un infarto no me localizan ni por el olor, era tétrica, a veces miraba a los márgenes y veía restos de coche, se me aceleró el corazón, cuándo de pronto vi algo que parecía una salida a algún lado, a la derecha otro bar, dos hombres, y volví a preguntar, joder con el Raman como se lo monta dijeron, vamos a poner un centro de esos.
y me mandaron dar la vuelta, y allí en un alto, por fín la casa.
Mientras me acercaba con el coche, mi imaginación se venía abajo al engaño de la cruda realidad, se me iba revolviendo el estómago según me iba acercando, menos mal que iba con tres horas de antelación al comienzo del curso.
Veo un jardín destartalado, con tres punkis, con crestas verdes realizando los supuestos arreglos al jardín. dos señoras sentadas en un banco cutre de la puerta de la casa, y un señor de piel oscura, entre gris, y azulada, fumando con los labios apretados, era bajito, mal vestido y no paraba de echar humo por su boca, le pregunté por el templo, me dijo: este es el centro de meditación, y ¿el Raman?, soy yo dijo, y me retumbaron los oidos, no lo podía creer, ¿cómo voy a cerrar el ojo para meditar, me muero pensé, y el Raman me dijo date una vuelta y vienes a las seis que empieza el curso, y así llevas a esta mujer a Avilés, en estado de shock, le dije claro que la llevo, y sin dudarlo la mujer se subió al coche, le pregunte si era familia del Raman y me dijo que no ,que era la mujer de la limpieza, la mujer era la única persona con una imagen normal, aseada, y peinada. ya sé que las apariencias engañan pero mi intuición me decía vete de allí. La señora me preguntó que por que iba allí, le conté cosas que me habían pasado, y ella me dijo mi marido murió hace 10 años, me dejó con dos hijas, y fueron dos años de luto, no te hace falta meditar. le dij: me voy a volver a mi casa, ¿y la reserva? me pregunto, no me importa, me voy a casa.
Así lo hice, cuándo llegué a casa, me sentí aliviada, y decidí que la próxima vez que quiera hacer meditación me voy al Corte Inglés.
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