EMPIEZA LA COMPETICIÓN
Después de la romántica
experiencia de parir, acto de felicidad suprema en el que ves la cara de tu
hija/o, empieza la competición, todos los padres y madres se ponen las pilas y
tú todavía atontada por los empujones para sacarle a la selva civilizada de la
vida. En el primer encuentro con otra pareja que tiene un bebé como el tuyo,
todos hacen cosas que el tuyo no, ya lo han matriculado en natación,
psicomotricidad, se va haciendo mayor, y no te despistes, uno de los míos tuvo
vocación tardía, a los 4 años quiso meterse en fútbol en el colegio, pero ya
era demasiado tarde, había mucho nivel, fuimos al primer partido después de
unas semanas de entrenamiento, y la criatura iba en dirección contraria al
balón, los padres de los compañeros y
adversarios se reían y los compañeros no le pasaban el balón, el entrenador le
sentó en el banquillo, por supuesto no le dijo lo bien que lo había hecho,
hubiera sido engañar a un niño de 4 años, el entrenador al rato lo intenta de
nuevo y nada la criatura sigue igual, así que cuando acaba el partido, los
padres te miran diciendo, mete a ese chaval en rítmica, que esto es para
machotes, cuándo le llevas a casa no sabes que decirle, ¿Qué te ha pasado?, no
sabes si decirle que debe esforzarse e ir detrás del balón, o ya en el primer
partido y después de lo experimentado decirle que no es lo suyo, y la realidad
es que ves que tampoco es lo tuyo, eso de llevar al niño a un partido, con esa
tensión, y agresividad en las miradas y en el vocabulario, donde los padres en
muchos casos llevan a los niños como si se tratase de una pelea de gallos fuera
y dentro del campo, donde los padres de los dos equipos se colocan en las
esquinas opuestas de las gradas para que no les salpique los insultos al
árbitro y a los jugadores, si ganan su hijo es un fenómeno y se lo llevan a
tomar unas rabas, con la equipación, la gente pregunta y por supuesto han hecho
un gran partido, y si pierden el árbitro se va con un saco de insultos, por
supuesto ha sido culpa de su falta de profesionalidad ejerciendo el arbitraje,
y el niño para casa, que tiene mucho que estudiar, no vaya a ser que alguien
pregunte cómo han quedado.
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