domingo, 12 de febrero de 2017

EMPIEZA LA COMPETICIÓN

EMPIEZA LA COMPETICIÓN
Después de la romántica experiencia de parir, acto de felicidad suprema en el que ves la cara de tu hija/o, empieza la competición, todos los padres y madres se ponen las pilas y tú todavía atontada por los empujones para sacarle a la selva civilizada de la vida. En el primer encuentro con otra pareja que tiene un bebé como el tuyo, todos hacen cosas que el tuyo no, ya lo han matriculado en natación, psicomotricidad, se va haciendo mayor, y no te despistes, uno de los míos tuvo vocación tardía, a los 4 años quiso meterse en fútbol en el colegio, pero ya era demasiado tarde, había mucho nivel, fuimos al primer partido después de unas semanas de entrenamiento, y la criatura iba en dirección contraria al balón,  los padres de los compañeros y adversarios se reían y los compañeros no le pasaban el balón, el entrenador le sentó en el banquillo, por supuesto no le dijo lo bien que lo había hecho, hubiera sido engañar a un niño de 4 años, el entrenador al rato lo intenta de nuevo y nada la criatura sigue igual, así que cuando acaba el partido, los padres te miran diciendo, mete a ese chaval en rítmica, que esto es para machotes, cuándo le llevas a casa no sabes que decirle, ¿Qué te ha pasado?, no sabes si decirle que debe esforzarse e ir detrás del balón, o ya en el primer partido y después de lo experimentado decirle que no es lo suyo, y la realidad es que ves que tampoco es lo tuyo, eso de llevar al niño a un partido, con esa tensión, y agresividad en las miradas y en el vocabulario, donde los padres en muchos casos llevan a los niños como si se tratase de una pelea de gallos fuera y dentro del campo, donde los padres de los dos equipos se colocan en las esquinas opuestas de las gradas para que no les salpique los insultos al árbitro y a los jugadores, si ganan su hijo es un fenómeno y se lo llevan a tomar unas rabas, con la equipación, la gente pregunta y por supuesto han hecho un gran partido, y si pierden el árbitro se va con un saco de insultos, por supuesto ha sido culpa de su falta de profesionalidad ejerciendo el arbitraje, y el niño para casa, que tiene mucho que estudiar, no vaya a ser que alguien pregunte cómo han quedado.


Así que el fútbol no era lo suyo, ni lo mío, gracias a Dios.


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