miércoles, 21 de julio de 2021

EL AUTOBÚS

 El autobús que nos llevaba al instituto es de la empresa García. Todos los días lo cojo a  las ocho y cinco. Subo y  ahora me siento solo en el asiento treinta y dos. Antes el treinta y uno lo ocupaba Iván, pero dejó de venir cuando le sorprendió una de esas enfermedades que solo nombrarla te paraliza el alma, te sucumbe el miedo y te invaden los porqués. Se convirtió en el centro de atención de toda su familia, todos se volcaron en él. le ayudé en todo lo que pude para que no perdiera el ritmo del curso, le pasaba apuntes y me ofrecí hacer los trabajos con él. Durante ese tiempo dejó de sufrir los comentarios crueles y violentos de algunos de sus compañeros y de otros alumnos del centro, que esperaban todas las mañanas su llegada para dejarle en apnea, bloquearle y desahuciar su autoestima. Aquella risitas de los pasillos, cuando pasaba o los balonazos en el patio. Era un valiente y yo un cobarde, nunca supe como defenderle temiendo ponerme en el punto de mira, que alguien se girase y cambiara el foco de atención, esta vez podría ser yo.

Iván era muy lector y compartimos muchos títulos de libros y novelas de autores como Nando lopez o Eloy Moreno. Su libro preferido era Invisible, era lo que más deseaba en el mundo desaparecer.

Mi abuelo dice que ser maricón es una enfermedad y que con dos buenas ostias se quita, ojalá las ostias que nunca fueron buenas quitaran las enfermedades de aquellos que se piensan sanos y están muertos de sensibilidad y afecto. Mi cobardía iba en aumento, cada día que pensaba en él, lo hacía con admiración.

Iván se lo dijo a sus padres en sexto de primaria, ellos ya lo sabían y le abrazaron por ser Iván, por ser ese hijo que tanto anhelaron y quisieron, ese que se esfumó como lo hace el tiempo, convirtiéndole en un recuerdo.

Me quema no poder hacer lo mismo, no tener la valentía de contarlo, de ser auténtico, de no ir de nada de lo que no soy. Temo que mis amigos me den de lado, que me eliminen de sus vidas por ser gay. A veces cuándo me acuesto se me caen las lágrimas, inundando la almohada de frustración, una cárcel que no me deja ser feliz.

El autobús era nuestro punto de encuentro. y nuestra despedida al salir de él, no quería que me relacionasen con Iván, tenía mucho miedo. Me sentía tan mal protagonizando una película que odio. Suplicaba cada noche que todo cambiara sin deparar que el cambio debía empezar por mi, por mis decisiones, libres de ese terror.

Lo añoro tanto, esa complicidad solapada que teníamos. El día que me dijeron que había muerto, fui al puente del embalse, me subí en él y cuándo quise volar, desaparecer apareció su rostro en el agua, me sonrió y susurró: ¡Eres dueño de tu destino!. Entonces me sentí pleno, sentí que me regaló su vida, me sentí fuerte y valeroso y sentí su perdón. Me bajé de aquel puente para ser otro, encontré un nuevo rumbo y él siempre será mi brújula.



martes, 6 de julio de 2021

CARTA A SAMUEL


 Hola Samuel, te miro en la foto de Google.  ¡ Que lindo eres, eras!. Te has convertido en el espíritu de la convivencia, esa que nos falta a todos los que no supimos protegerte con la educación,  el respeto a la dignidad, a los derechos y deberes, a interactuar bondadosamente con otras personas, estableciendo relaciones de igualdad y respeto mutuo, evitando todo tipo de violencia. Vivimos en una selva llena de depredadores de la autoestima, arrebatadores de identidad, de aprecio, de vida...como esos que te quitaron la tuya. También te arrancaron de tus amigos, de tu familia y de un país q llora por su ineptitud, una deshonra q corroe huesos y órganos vitales.
No te conocía y te echo de menos, tenías tanto q seguir aportando nos y tan poco los que te mataron. Nos faltas tú  y nos sobran ellos. Los asesinos.
Quizás el destino te quiso convertir en mártir para que nos demos cuenta de que vivímos llenos de prejuicios, de agresividad, de desprecio,de incertidumbre. Exentos de la protección que da una buena educación.  Me desalienta como profesora.
Samuel has pasado de ser sencillamente Samuel, a serlo todo. A estar por todos los rincones, haciéndonos saborear esta crueldad. Un símbolo de la injusticia que recorre nuestras calles por las que circulan demónios que protagonizan películas de terror. Quiero pensar que tu ausencia, nos haga tomar cartas en el asunto y que tú seas único,  que nunca más haya ese libre albedrío para matar a ángeles como tú. Siempre en nuestras conciencias.
Quizás el destino quiso convertirte en mártir,  para que nos demos cuenta que vivimos llenos de prejuicios, de agresividad, de desprecio, de incertidumbre. Exentos de la protección que da una buena educación. Me desalienta como profesora.


domingo, 4 de julio de 2021

EL CUENTO DE GOLONDRÍN

 Golondrín era un maravillosa golondrina, que vivía con sus padres. El verano había sido muy agitado aunque todavía no se había echado a volar y llegaba el día de ir a la escuela. Mama golondrina le hizo el bocadillo y le llevó la mochila con el pico ya que todavía no tenía la suficiente fuerza en sus alitas. Su madre le empujaba mientras él se resistía, no quería ir al cole.

Era muy simpático con sus hermanas y amigos pero se enfrentaba a algo nuevo y tenía miedo. Su madre le animó mucho a ir al cole y aprender nuevas cosas y conocer nuevos pajarillos. 

Cuándo llegó del ala de su madre y lo dejó dentro del aula, Golondrín se sintió triste, escuchaba mucho ruido del resto de pajarillos y se sentó en su silla. Allí recogido y sin moverse vio como su madre se marchaba, le empezaron a pesar muchos las alas, se sintió solo aunque estaba rodeado y se dedicó a observar todo lo que hacían los demás con muchísima curiosidad.

Uno de sus futuros compañeros de clase se agarró al ala de su madre y se quedó con cuatro plumas, otra se puso a jugar y gritar correteando por todo el aula, mientras otro no paraba de   piar como si  no hubiera  un mañana anunciando una falsa primavera, cómo si el sol se hubiera metido dentro por la ventana.

Después, la profesora los puso en corro y les preguntó un montón de cosas como a que les gustaba jugar, si tenían hermanos y si tenían mascotas. Uno dijo que sí, había salvado a un gusanito de ser comido por sus hermanitos en el nido y lo había domesticado. El gusano sabía diferenciar entre montaña y meseta. Si le decías montaña, se arrugaba y elevaba el cuerpo y si le decías meseta se estiraba como una goma tirante. Así pasó toda la mañana hasta que llegó el recreo. Sonó un timbre musical y salieron todos al patio. Golondrín estaba muy solo, asustado se agarró a la pata de Doña Golondrina, esta le llevó con otros pájaros que jugaban a saltar, brincar y correr. Golondrín no sabía que hacer con su timidez y huyó asustado. Se sentó en un banco unos minutos y aburrido se levantó,  empezó a volar a poca altura y en círculos, en seguida todos los que le observaron se colocaron a su lado haciendo lo mismo que él, empezaron a jugar a imitarse, a reír y disfrutar como nunca lo habían hecho esa mañana de tanta tensión, miedo y aparente soledad.

Al día siguiente Golondrín tiraba del ala de su madre para ir al cole, y ese fue el inicio de un curso que nunca olvidará. Hizo maravillosos amigos y amigas.

Al verano siguiente Golondrín y su familia se fueron lejos hacia el norte de vacaciones,  ya volaba con desparpajo y soltura. El viaje fue de lo más ameno, ¡tenía tantas cosas buenas que recordar del cole!, tantas anécdotas divertidas, que aunque fueron muchos kilómetros se le hizo realmente corto.