lunes, 27 de febrero de 2017

EL PERDÓN DE DOÑA AMEN





Don Tomás era el cura del pueblo, llevaba más de 20 años allí, le adoraban por su simpatía, muchos que habían perdido la fe volvieron a la iglesia. Con Don Tomás no te sentías culpable de los pecaditos que teníamos, quitarle del bolso a tu mujer para tabaco, aunque más de uno cogía para otras cosas. A 10 kilómetros del pueblo Don Eusebio, puso un puti, con una herencia de su abuela. Antes de jubilarse era viajante, y siempre veía a las mismas putas haciendo la calle, y cuándo se jubiló se hizo autónomo, y las contrató, quería darles un techo donde ejercitar su trabajo y quitar las del frío de la noche y del tremendo sol del día. 
- Don Tomás se lo dijo en el confesionario: hijo, sé que lo has hecho por el bien de las muchachas pero las mujeres del pueblo están que trinan. 
- Don Eusebio le dijo: antes se iban al que está a unos 50 kilómetros, se gastaban mucho dinero por que comían por ahí, y como tardaban tenían que comprarle un regalo a su mujer para borrarle su mala cara, ahora ya no pasa eso, van y vuelven en un pis pás, y el dinero que se ahorran lo pueden gastar en el pueblo. Además allí, cómo aquí Don Tomás tenemos secreto de sumario, y el que va repetidas veces, deja constancia de fecha y hora, y yo por si le sirve para reprimirse le pongo en la mesita de noche de la habitación la foto de su mujer, que se la saco de la cartera .
- ¿y funciona?, preguntó Don Tomás. 
- No, nunca funciona ya sabe usted que el deseo carnal es muy fuerte.
-  Don Tomás se sujetó la cabeza y dijo: eso sin duda es lujuria.
Sí, es verdad Don Tomás, pero esos hombres necesitan desfogar, las mujeres del pueblo están muy atareadas con la casa, los hijos, sus chismorreos, y los hombres necesitan calmar ese deseo, ese que no tienen en el lecho conyugal.
El puti, siempre está reluciente, recién pintado, porque el carpintero viene frecuentemente, el electricista está a todas horas, los jubilados van a mantener el jardín, que luce precioso, no le falta personal de mantenimiento, solo nos falta confesarlas, por eso Don Tomás sería importante que me dijera un día a la semana o si le parece los domingos y las traigo y usted las confiesa.

- No te preocupes Eusebio, tu dime el día que descansan las mujeres de trabajar, cuándo estén apagadas las luces de Neón, y no haya nadie, me acerco en un momentín y les otorgo el perdón de Dios, para que tengan momentos de alegría y de paz. Para que sus almas tengan una luminiscencia brillante.



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