martes, 14 de febrero de 2017

LA HISTORIA DE ELISA

LA HISTORIA DE ELISA

Hola, soy Elisa, tengo 80 años y como veis venimos del supermercado, como todos los días subo la cuesta con la compra, yo llevo todo el peso, a mi marido que tiene 85, le dejo el pan, y va detrás a cuatro o cinco metros, arrastra los pies y lleva un andar pesado y cansado, ha vivido de manera muy intensa su tiempo, ya me cansé de esperarle durante 60 años, y ahora le dejo atrás, ¡tantos años dedicándole mi tiempo al 100%!, teniendo a mis seis hijos, mientras el dedicaba su tiempo a trabajar y tomar vinos con sus amigos Cuando llegaba, los niños ya estaban acostados y él con ganas de mambo, el que yo no tenía, pues estaba agotada. Mis seis hijos son el producto de los seis únicos maravillosos polvos que he echado, porque eso sí, son muy deseados y queridos. El último salió de casa casi a los casi 50 años, y ahora debo esperar lo que debe ocurrir.
 Todavía tengo dibujado el vestido que hace 30 años me hubiera comprado y que me merecía por dedicar tanta responsabilidad en casa, la semana pasada se lo mandé hacer a una modista, y lo tengo preparado, también tengo la maleta preparada y muchas ganas de hacer todo lo que no he podido hacer hasta ahora.
 Llevo paso grácil, lleno de ilusión, pero el que va detrás le pesa su historial  de vida, y claro está, en teoría se ha de morir antes que yo, por eso espero ilusionada. 
Lo primero que hago todos los días es ensayar la cara de tristeza que voy a poner en su entierro, pero como no me sale bien, me compraré unas ray ban, y después dejaré pasar unos días por respeto a mis hijos, y me voy a ir a un todo incluido, lo que he deseado siempre, me meteré en un jacuzzi, hasta que la masajista de turno me planche en la camilla, estrenaré mi traje, ¡cuánto tiempo he esperado!, iré a la peluquería, y malgastaré la pensión de viudedad en todos los placeres de los que me he privado, quiero disfrutar, deshacerme de todo el equipaje que desde pequeña me han metido en la cabeza, y  del que con mi marido no me he podido liberar, no he podido ser libre.
  No soy mala, si querer lo he querido y lo he amado, pero él, no ha sabido valorarme, ha gestionado su tiempo y yo no lo he podido hacer con el mío, pero ahora me toca a mí.


Como todos los días, vamos al supermercado y yo voy por delante,

me cansé de esperarle. 







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