jueves, 21 de junio de 2018

FIN DE CURSO.

Mañana se gradúan los alumnos de 4 ESO, todo está preparado para despedir una etapa dura y muy larga como es la ESO, ahora les toca volar hacia otro lugar donde encontraran otros amigos, otros docentes, otros espacios, otras decepciones, y otros éxitos.
Se marchan con ilusión, con ganas de comenzar un nuevo rumbo, se sienten más libres, esa libertad que quizás también les confunde y les da ese miedo que produce el vértigo de lo nuevo, una intensidad que se mezcla con lo efervescente de la adolescencia, vivir todo con la fuerza de una energía bestial, que hace de las suyas en una emoción poco madura para soportar todo lo que esa fuerza provoca, y quizás tengamos el anhelo de haberles dado herramientas para que sepan gestionar esas emociones, sean menos impulsivos, y se levanten como un tentempié por haber caído tras el relámpago de lo que en un principio parezca ser un fracaso. Y esa es la vida, lo bueno y lo malo, coger carrerilla tras el frenazo para lanzarte de nuevo al hecho de vivir, no sucumbir, reconocernos en cada instante para poder volver a caminar, recuperar la consciencia para vivir atentos en este mar de oportunidades, reconociendo en el fracaso una proyección para el éxito.
Quizás salgan vulnerables, excesivamente dependientes del entorno, condicionados por la aprobación  inmediata, y víctimas de una necesidad al placer inmediato, pero confiaremos en la vida, la mejor escuela, para que como un tentempié no duden en levantarse por muy aturdidos que queden en la caída, confiaremos en la supervivencia ese timbre que se aprieta cuándo uno cree que ya no se puede salvar y se suelta para caer por el agujero del infierno. Sabemos que en el infierno hay ángeles infiltrados que se prestaran en su ayuda, ¿y si no?, siempre estarán las palabras que nunca escucharon de la familia pero que en ese momento salen como rótulos enmarcados en luces de neón.
Solo queda decir como en la Guerra de las Galaxias que la fuerza interior os acompañe.