martes, 21 de marzo de 2017

EL AUTOBÚS



Elena cogió el autobús, llevaba una maleta pequeña. Se sentó en el asiento número 13, y cogió la revista de moda que se acababa de comprar en el kiosko de la estación, tenía pocos días y debía cruzar España, para llegar a su destino. Su vida había sido muy intensa, y sufrió un shock , cuando se enteró que su marido llevaba años con su mejor amiga. Se le paralizó la vida, todo parecía ir bien, él con sus rachas de mucho trabajo, y sus ausencias siempre justificadas. Ella siempre pendiente de sus hijos, era consciente que los había tenido con la aprobación de su marido, pero ella quiso tener familia numerosa, a pesar del poco tiempo que su marido dedicaba a las tareas del hogar y los niños.
Su  marido se sintió mal un día sin más, y pareció crecer le una tormenta existencial desconocida hasta ese mismo momento .Elena quería pensar que era una crisis personal transitoria pero se engañaba. Se volvió loca para encontrarle un psiquiatra que lo tratase, que tranquilizase ese conflicto hacia ella. 
El no paraba de decirle que no sentía nada por ella, cuándo hacía pocos días le había dicho lo mucho que la quería, era incomprensible. Y ella seguía atónita sin creer lo que realmente estaba pasando.
Entonces después de otra conversación tortuosa que no llevaba a ningún lado, solo era destructiva y amenazante hacia ella, Elena se encerró en el baño ya no podía más, él le hacía culpable de toda su situación, le achacaba que no había sido una buena mujer, quizás si como madre, pero como amante la dejaba a la altura del fondo de un pozo, minando su autoestima.
Ella, ya no le reconocía, y de pronto vio que se había dejado el móvil en el baño, lo cogió y busco entre sus mensajes alguna pista, Allí encontraría la verdad, su amiga esa en la que había confiado tanto, madrina de dos de sus hijos, oculta bajo el nombre de Alma, mantenía una relación con su marido, los mensajes eran cálidos, pasionales, deslumbrantes, y también observó como vía wasap le comunicaba a una de sus hermanas que vivía en Suiza que su relación matrimonial se acababa y que iba a buscar el divorcio por motivos de desgaste.
Elena se dirigió a un pantalón que había reposando en el cubo de la ropa sucia, y miró los bolsillos, en su cartera un recibo de cerca de 3000 euros de una joyería de el Corte Inglés. La pobre incrédula pensó:
- Igual es para mí, que como otras tantas veces después de la tempestad, de montarme follón tras follón me trae un regalo. 
Eso le  llevaba creando dudas desde hacía mucho tiempo, era otro detalle para sospechar, pero estaba realmente ciega y no quería ver las evidencias.
- Había noches, que aludiendo a su insomnio, decía que se iba a andar.
Otras veces se iba de pesca a las cuatro o cinco de la mañana, el caso es que le mandaba fotos del paisaje donde pescaba.
Ultimamente parecía un perro pulgoso, no paraba quieto cuando llegaba a casa, tenía que marchar a hacer cientos de recados, y siempre pendiente del wasap, andando, dentro del coche, en casa.
Habían pasado casi dos años desde entonces, Elena perdió  toda la esperanza de encontrar a alguien  que tuviera valores, principios, que fuera leal, con el que tuviera química y que la quisiera de verdad. En realidad le costó hacerse a vivir por temporadas sola, pero poco a poco volvió a retomar actividades que hacía mucho que no podía hacer por falta de tiempo. Había estado siempre dividiendo su tiempo entre la jornada laboral de funcionaria y las tareas ,actividades extraescolares de sus hijos, visitas al pediatra, reuniones de profesores, y todas las compras y comidas para mantener las demandas de una familia numerosa.
Tenía unos días para ver a su madre, tenía que cruzar el estrecho y hacerse 1200 kilómetros, pero lo necesitaba, el abrazo de mami, le hacía sentirse protegida, como se siente un bebé en la barriga sumergido en el liquido amniótico durante la gestación, echaba de menos hundirse en sus mollitas, y besar esa cara arrugada y sonrosada que le daba tanto amor y calor.
Elena tiene un saco de semillas que calienta todas las noches cuando no están sus hijos, por que le da calor, es lo más parecido pero no tiene nada que ver  a la temperatura de un cuerpecillo.
Sus hijos, estaban de vacaciones, eran días dentro del periodo que pertenecían a la custodia del padre.
Allí estaba sentada en el asiento  del autobús número 13, abriendo las páginas de la revista de moda, se sumergió en una de sus mayores pasiones, la moda, disfrutaba imaginando combinaciones de colores, y mirando con juicio crítico lo último que salía en las pasarelas de New York, Italia, Madrid.
De pronto notó como un caballero se le sentó al lado y le dijo buenos días, ella le miró de refilón, desconfiada. El llevaba un libro de Arturo Pérez Reverte, La Reina del sur. Enseguida se introdujo en su lectura.
Sonó el teléfono móvil de él y contestó:
-          Diga? , hola hija, ¿Qué tal va todo?, estoy camino de Málaga, si, te dejé todo preparado para cuándo llegues, yo también te quiero volveré el sábado.
Se le cayó el separa páginas, y Elena lo recogíó, a la vez que leía la frase que ponía:
Deja que la vida te sorprenda.
Se cruzaron por primera vez las miradas, mientras el le daba las gracias, ella sintió algo muy positivo, había algo en él que le gustaba y mucho, no sabía que era. A él le ocurrió lo mismo y enseguida rompieron el silencio que hasta ahora les separaba.
Parecían animarse en cada mínuto que transcurría y había un necesidad de conocerse, de saber el uno del otro.
El autobús paró para descansar y no se separaron. Elena no daba crédito, era imposible que le estuviera ocurriendo lo más improbable del mundo según ella. nunca perteneció a ningun chat de contactos o de otro tipo, y si fuera resultado de un augurio no se lo creería. 
Subieron al autobús, llevaban seis horas de viaje y ya había entrado la noche, Elena se quedó dormida, y él después sin quitarle ojo a esa bellísima cara relajada. le parecía una diosa, jamás pensó encontrar nada de la mitología griega en un autobús, pero allí estaba,  mirándola se durmió. 
los dos empezaron a soñar que iban en un autobús, y que se sentaban al lado de alguien especial, y cuándo él llegó a su destino, ella le agarró de la mano y no le soltaba, como queriendo le decir que siguiera con ella. los dos se despertaron y se encontraron con las manos apretadas, se contaron el sueño y supieron que a partir de ahora sus sonrisas esconderían sus rostros y su destino volvía a sorprenderles, desaparecía la soledad y entraba como protagonista principal el amor, esta vez un cómplice para toda la vida.











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