Doña María
Isabel, tenía 90 años, vivía sola era viuda, y estaba estupenda, parecía que
tenía 15 años menos. Tuvo seis hijos, uno murió en el parto, el resto crecieron
sanos, y estudiaron todos carreras universitarias. Tres chicos y tres chicas,
dos vivían en Francia, uno en Holanda y dos en Andalucía, por eso los veía
poco, y habían años por navidad, que solo iban a casa las dos que vivían en Andalucía.
Todos los días
quedaba para jugar a las cartas a las 12 en un pequeño bar de su barrio,
llevaba bajando al bar más de 15 años, conoció a sus amigas en clase de
mantenimiento del Ayuntamiento de Torrelavega, con la edad abandonaron las
clases y pasaron a andar por la ruta del colesterol, y hace ya cinco años que solo quedan para jugar a las cartas. De las ocho que eran en un principio sólo
quedan tres.
Cuándo van hasta el bar van mirando las esquelas para saber quién
se ha ido, y si no lo conocen miran la edad que generalmente es menor que las
de ellas, y siempre les dirigen un comentario:
- Pobre Jacinta, era tan buena, mira que su marido fué un cabron y ella como lucho por sus hijos.
Al día siguiente le tocó a María Antonia, se quedaron impresionadas, era 10 años menor que ellas y dijeron:
- Mira que fué buena modista, un poco suelta, se entendía con el dentista, y también estuvo con el de la corsetería Pepi. La verdad, que vaya vida ajetreada que tuvo.
Y así un día tras otro, de la esquela al comentario de turno. Y eso implicaba una doble quedada, ya que había que ir al funeral, después venía el café, y juntas hacían el inventario de todas sus dolencias, desde la artritis del dedo gordo hasta los líos de la dentadura postiza. Lo malo de ir al funeral es que se pierden el sálvame naranja y el limón.
Cuándo se
juntan en la partida de cartas de las 12, se toman un blanco de solera , se lo pasan muy bien y se ríen mucho.
Pero el día es
muy largo y aunque el tiempo ha pasado muy rápido, a veces el día se les hace
eterno, y las tardes les da para mucho, leen, escuchan la radio y ven El sálvame
naranja, el limón y el de luxe. Los contertulios, les hace mucha compañía, se
sienten partícipes, y los han incluido en su familia diaria. Ese alboroto del
programa les encanta, son gamberros, se pelean, se vuelven a juntar. Sus hijos
se lo dicen a menudo:
-¡ mamá eso es
basura!, pero a ellas les gusta, les hace compañía, ¿tan difícil es entender
eso?.
Ella responde:
- ¿Porque es tele basura un programa
que me hace reír, que me enciende, y que me hace hablar sola, que me hace
compañía , ¿Qué daño hace?.
El Jorge
Javier, es un gamberro, simpático, porque sabe dirigir como nadie a la orquesta
y sabe que tecla tocar para darle emoción al programa. Le enerva oír cada dos
por tres que esos programas no aportan nada, ¿Qué le aporta a ella la
sociedad?, sus viejas amigas, viejas no tienen muchos alicientes, hacerse la
comida, jugar a las cartas y ver sálvame y cada vez más a menudo ir a funerales.
Están sordas, no ven del todo bien, y
su pulso es malo para cualquier actividad manual. Son autosuficientes para
vivir solas pero la soledad es muy grande, han perdido a todos los seres
queridos, padres, maridos, y los hijos están lejos. Porque no llamar a estos
programas que hacen la vida de nuestros mayores más feliz, telealegría.
Quizás los que
emplean esos términos no se plantean que haya personas que necesiten de estos
programas para entretenerse, pero es fácil, sólo hay que empatizar con ellos.
Estar en el
corredor de la muerte, porque por naturaleza te toca, no es fácil, viendo que
cada día se va alguien que como mínimo has visto pasar por la calle más de una
vez y tienes miedo
A lo
desconocido, deseas que sea rápido, y que no te enteres y quizás cuánto más tarde mejor, y desde luego que te pille dormida, sin enterarte, quizás no podrás
despedirte de tus hijos porque la muerte siempre sorprende.
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