miércoles, 21 de febrero de 2018

LOS CONTRASTES DE ANA GABRIEL.

Querida Ana, ¿no eres tan de verdad? huyes de España para cobijarte en Suiza, eso de a lo hecho pecho no es para ti, y lo de apechugar tampoco, es lo que tiene actuar a capricho de una voluntad sedienta de protagonismo y ganas de llamar la atención, quizás todo fachada.
¿Que le ocurre a tu flequillo abertzale?, me voy a ahorrar los comentarios sobre él, aunque tengo claro lo que significa el pañuelo en la cultura y religión musulmana, también tengo claro lo que significa tu flequillo.
Quizás es peor en tu caso aparecer sin flequillo que bajarte las bragas...no sé.
Ese peinado y esa ropa estudiada más que la de Carmen Lomana, manifestando en imagen y palabra un fanatismo, vehemencia, radicalismo, una fuerza extrema en tus palabras embravecidas que ahora se tornan agua dulce para los suizos, esas palabras no dejan de ser alquitrán camuflado en un idioma meloso y azucarado como el francés. Maravilloso para hacer el amor no la guerra.
¿Quien te viera y quién te ve?. Cada uno de tus pasos entrando en el Parlament, cargando dinamita para los pollos y no para los gallos, a la vista está que después de la declaración infantil de independencia los gallos son más pollos que otra cosa.
Tu imagen angelical y tierna de la entrevista a los medios suizos en Ginebra esconde un tridente punzante y un rabo rojo con la punta peluda, ahora entre las piernas.
¿Donde está tu valentía, y tu integridad?, más vale una imagen que mil palabras.

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