Ir en el mismo sentido que la corriente es un ahorro energético, tener todo a favor renunciando en muchos casos a tu integridad, a tus valores a tus creencias más originales, por la comodidad de no nadar contra la fuerza que dirige, la que amansa a las fieras, el dinero, o el reconocimiento.
Quedarse solo es muy duro, pero buscar compañía a base de renunciar a ti es una traición a tu esencia. Así que con una sociedad que nos condiciona desde que nacemos, que nos uniforma, que nos discrimina si no pensamos como el resto. ¿que vamos a hacer, si no ser uno más?
Nuestra imagen tiene que entrar dentro de un rol, de un estereotipo, de un marco, y si no es así lo tenemos crudo en casi todos los aspectos.
La pregunta es ¿que esperamos de alguien que tiene tal sexo, tal edad, tal situación social, tal situación profesional. ¿que pensaríamos si un obrero fuera con traje de chaqueta?, o un alto ejecutivo fuera con un traje sastre de señora, que un médico fuera disfrazado de payaso o un cocinero de folclórica. Es solo una comparación, estamos llenos de prejuicios. Que pasa por no hacer lo que hace el resto de los mortales de tu grupo de edad, no estar metido en una página de contactos, no soñar con emparejarte, no vestirte como si tuvieras 18 años, no seguir como un autómata lo que los demás esperan de ti. ¿que esperas tu, de ti?.
La vida a veces es como un río con una corriente que arrasa con cualquier cosa que flote en sus aguas. ¿puede haber alguna mujer que no se haya leído las cincuenta sombras de Grey?, gracias a Dios sí, hay muchas que no lo han leído pero han asistido a cientos de agrupaciones espontáneas donde se hablaba más de ese libro que del Quijote, y sin leerte lo sabes perfectamente de que va.
Nunca he tenido la inquietud de comprarmelo, me da muchísima pereza.
Acumulamos en nuestro río de la vida muchas cosas, a veces resentimientos, otras sentimientos de culpa, nostalgia, frustraciones, incongruencias, condicionamientos, injusticias. Y nadamos, buceamos, con ellas con todas y cada una de esas losas que nos precipitan. A veces una fisura en tu historia de vida, o una catástrofe te hace ser consciente de tu dejar llevar, y te acercas a una rama para que pasen, que fluyan, que se marchen todos los lastres. Ahora decides hacerte fuerte para pelear por todo lo que te importa de verdad a pesar de ir en contra de la corriente, quizás inviertas todas tus fuerzas en recorrer unos pocos metros, quizás cuando baje la fuerza del río lo hagas más deprisa, y cuando llegue la calma aproveches para avanzar hasta tu destino.
Al final hemos tenido suerte vivimos en una zona del mundo más civilizada que la del congo, donde cogen a los niños, después de matar a sus padres, para adiestrarles en las armas, para asesinar y pelear por el metal más preciado, el coltán, para los dichosos móviles, tecnología sobre la que no ha habido una preparación previa en su uso, en sus efectos secundarios y nuestros hijos se despiertan y se acuestan con ellos, whatsappean a toda hora, y no paran de hacerse selfies prodigando una vida llena de alegría y también de carencias, la información se extiende como la pólvora, tanto noticias como comentarios que ponen pingando a cualquiera y lo destierran ,algo que culmina a veces con el suicidio, por que los niños adiestrados en la guerra o en el consentimiento nunca se revelan, quizás es lo que nos falla aquí, que viendo todas las injusticias de nuestro país y del mundo somos como los niños del Congo aunque no materialicemos la matanza, cuando no nos revelamos por las injusticias también matamos, de otro modo pero lo hacemos.
Necesitamos un mundo con más carácter, más opinión, con más equidad, con más compasión. ¿Nos estamos equivocando?.
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