La pesadilla comienza cuándo los niños traen la bolsa con plásticos y un manual de como sacar de ahí un disfraz, nada fácil, hay que pegar o coser dobladillos, sacar patrones de camisetas, vestidos o pantalones, luego hay que pegar los estampados encima, un trabajo que se hace muy antipático cuando se junta con trabajo fuera de casa, compras, comida, cenas, y otros labores, si además es más de un hijo, te puede pasar lo peor que mezcles las instrucciones y que lleven los disfraces cambiados con el respectivo disgusto del niño y el ridículo ante todas esas madres que lo han hecho perfecto e incluso las hay que lo llevan a una modista para que les quede exacto y les compensa pagar antes de meterse en ese dilema. Al final para que cuando salga el niño tires el disfraz a la basura, no dejan de ser unas bolsas de basura.
llega el viernes, prepara a los niños para un día de locura, tienen que llevar el disfraz y suele pasar que algo se olvide. Sales de trabajar a las 2,30 y a las 3,30 empieza el carnaval del cole. Llegas del trabajo a menos cuarto y nada más entrar por la puerta suena el teléfono, es la directora del cole de la niña, se le ha olvidado las mallas. Llueve a todo llover, y desde tu casa al cole atasco, todos los padres van al carnaval, también abuelos, tíos, y vecinos. ¡Un caos!. Coges un atasco, callejeas con el coche y aparcas a tomar viento, vas sin comer, a todo correr. llegas a portería y allí está tu hija con los ojos hinchados de llorar por que no tenía las mallas. Se las das y te da un beso mientras te dice que no me vaya que va a empezar en 15 minutos y que me quede.
Me voy al pabellón donde van a actuar, está a tope, consigo ponerme en cuarta fila, estoy cansada, tengo hambre, pero allí estoy con el móvil preparado por si consigo hacerle alguna foto.
Empieza el acontecimiento, no veo nada. Casualmente estoy mal colocada, recibo un whatsapp de que ven a mi hija en la otra esquina, imposible llegar allí. elevo el móvil e intento hacer una foto a ver si pillo alguna cabeza que sea la de ella, pero nada.
Me he tragado los bailes desde primero de infantil a sexto de secundaria y no he visto a mi hija, he hecho fotos a todos los niños que he visto menos a la mía.
De fondo en la mayoría de las coreografías música de reggaetón, muy pedagógico.
Por fin termina, busco a la niña y me pregunta que si la he visto bailar, claro le respondo.
Gracias al paso del tiempo sé que es el último carnaval y el último esfuerzo de este tipo. Hubo un año que tuve a cuatro en el acontecimiento, pero ya están en secundaria y no entran en la lista de este festival.
Esta pesadilla solo tiene sentido cuándo ves la carita de satisfacción de la niña por haber participado.
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