miércoles, 10 de julio de 2019

LA DURACIÓN DE LA VIDA POR ELISABETH KUBLER-ROSS Y DAVID KESSLER.

La duración de la vida es una de las formas que utilizamos para medir nuestro tiempo en la tierra. Si tu ser querido ha muerto joven, sentirás que su muerte ha sido prematura, que su vida se ha quedado sin vivir. Pero hay muchos ángeles  jóvenes que han vivido en la tierra vidas plenas de amor, de cariño, de aventuras, de compartir, de éxitos, de ser importantes para la familia y amigos y otros que viven muchos años y su vida ha carecido de toda recompensa tanto en el amor como en éxitos.
A principios de los años 80, en la unidad de fibrósis quística de un hospital infantil, la esperanza de vida era de dieciséis años con suerte. Era fácil mirar a esos chicos y decir: ¡Que triste todo lo que van a perderse!, pero para los pacientes ese había sido siempre su realidad. Crecieron sabiéndolo. Llevaron vidas plenas y algunos hicieron cosas con esas edades que otros con mucha más edad, lo cual tiene sentido  si sabes es que lo más probable es que mueras a los dieciséis. Se les crió en la dura realidad que para ellos era la única que había, se les educó dentro de una vida relativamente corta en la que lo más importante eran dos únicos ingredientes para conseguir una vida plena: la vida y la muerte. Hicieron todo lo posible para llevar una vida lo más completa posible en los años que les concedieron.
Nosotros necesitamos mucho más ingredientes para consolidar una vida plena: la universidad, el trabajo, el matrimonio, una casa, coches, vacaciones, hijos, nietos, jubilación, vejez. A la mayoría de nosotros nos parece una tragedia pensar en cualquier cosa menos. No importa de cuánto tiempo disfrutó, ni de lo feliz que fue, o lo plena que fue su vida, del cariño que recibió ni de los triunfos personales que tuvo, porque siempre será una perdida terrible para nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario