Casi sin darme cuenta, me dí cuenta que sin el casi ya estaba hecho. No había vuelta atrás.
Entonces me eché hacia adelante, para no encasillarme y quedarme en el casi sin vivir.
Cogí las riendas para trotando, confiarme, coger velocidad y estrellarme para nada.
Cogí las riendas para trotando, confiarme, coger velocidad y estrellarme para nada.
Así, aprendí de golpe, sin quedarme inconsciente. ¡Ya me gustaría!. Lo que no vi, no lo disfruté.
Ese árbol, estaba allí a mala leche. Lo puso Él, El que diseña la vida como le viene en gana.
Un toca pelotas que me vuelve loca.
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