domingo, 19 de abril de 2020

PRAGNA.

Pragna, es una perrita que llegó a María el día de su  75 cumpleaños, se la regalaron sus cuatro hijos. 
Nada más verla, le puso el nombre de Pragna, sabiduría. Entre ellas hubo una conexión increíble, una complicidad absoluta. Han pasado cinco años y son inseparables. Sus hijos hasta hace un mes que iban a verla decían que hasta respiraban a la vez. 
María se quedó sorda con los años, además tiene un ruido permanente en el oído al que se ha acostumbrado. El médico le dijo que era de la edad, pero ella tiene claro que fue una defensa de su cuerpo y su mente que resignada había escuchado durante más de cincuenta años a un marido enemistado con la vida y animado por el alcohol y el tabaco. Hace casi nueve años que Enrique se marchó al otro barrio por una enfermedad, que mantuvo en una sala de espera hasta poder entrar en su cuerpo, animada por una mente que no asimiló las cosas que le pasaron de pequeño y que solo pretendía matar el tiempo y de paso todo lo que estaba a su alrededor. 
Su mujer y sus hijos lo han perdonado, pero el oído de María dejó de funcionar hace años, una auto defensa para no asimilar la violencia ni el maltrato. Eso no impidió que se escuchara ella misma y que se sintiera culpable por no haber tenido agallas de abandonarle. Siempre sostuvo la idea de que cambiaría. Pero no fue así.
Ahora, María vive sola con Prajma, tiene un vecino muy guay como dice ella, que le llama y le pregunta siempre si necesita algo. Lleva ya más de un mes confinada con este tema del virus, pero ella está feliz con Pragna. La perrita le avisa del teléfono, de cuándo le llaman al portal para dejarle la compra en la puerta. Son sus hijos quienes le hacen la compra y se la llevan a domicilio. 
María sabe que no es la única persona mayor que está acompañada por un perrito y también sabe que el amor de estas mascotas es incondicional para todos los que la tengan. Ahora en estos momentos también se han convertido en héroes en el silencio de una sociedad que late miedosa y triste, que lucha por tener esperanza, y que no entiende nada. Y en el nada más absoluto se encuentran los niños, los hijos, los nietos que nos sacan fuerzas de donde no hay. Pero no olvidemos a los perritos que tantos hogares animan y que despiertan a nuestros mayores con besos altruistas que llenan sus corazones, ahora que tanto se necesita.
Por eso María ha puesto una foto de su reína en la puerta de la entrada, quiere que todo el mundo que pase por allí, vea que Pragna es reina  en su vida y que practica un amor con mucha sabiduría.

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