viernes, 24 de abril de 2020

EL ANECDOTARIO

No se puede salir uno de la norma. La sociedad permite tácitamente tener dos hijos y si son parejita mejor, así todos contentos. Ya no hay presión familiar ni social. 
En el momento que te pasas o te quedas cortas te acosan a preguntas típicas, tópicas muy aburridas, que de lo único que te informan es de que no has llegado a contentar o de que te has pasado de vueltas. 
Pero la regla no permite estar separado, divorciado, viudo. La regla, no humaniza, ni tiene en cuenta los contextos y situaciones individuales, solo hace un protocolo de actuaciones. Estos solo sirven para las máquinas no para las personas. Los protocolos nos confinan en la particularidad, esa que por desgracia nos hace sentirnos culpables, cuando la culpa no es nuestra, sino de aquellos que no nos contemplan como posibilidad.
Se presenta la dichosa pandemia y el confinamiento con familia numerosa y custodia compartida y en ninguna medida te encuentras reflejada. Para ir a recoger a los niño, un follón. No pueden ir más de dos, cosa que se repite con la maravillosa medida del domingo. Al llamar a la policía para informarme de cómo lo hago. Me dicen que mejor los deje con su padre, que la situación es gravisima y que los niños no pueden estar de aquí para allá. Se lo planteo al padre y me dice que no. 
Además la policía me comenta que si el policía está en una actitud poco receptiva me puede poner una multa de coste elevado, con lo que la noticia me cae como un jarro de agua fría. 
El día que me dispongo a ir a recogerles, preparo todo  una hora antes, mascarillas y el liquido desinfectante, además dispongo  los asientos del coche para que vayan alternos. Un absurdo, si viven juntos. Además hago dos viajes. En el primero le digo a las niñas que se escondan y llegamos a casa histéricas. Llevaba los papeles de la custodia compartida, familia numerosa...Vemos un control, pero paran al coche de delante. En el segundo viaje voy por los niños que se levantan más tarde, no quieren ponerse la mascarilla y no se agachan, pasando de todo. No nos encontramos a nadie. Lo he conseguido.
La siguiente quincena que tengo que recogerles, lo hago por la mañana todos juntos y sin que se agachen, no veo controles, llegamos a casa tranquilos. 
A las tres y media de ese mismo día, 23/4/2020 el mayor tiene un examen de la universidad de ingeniería de la informática y nos comenta que estemos callados al menos una hora aproximadamente mientras lo hace. Me pongo a hacer manualidades con la de siete años, que enciende una lampara que tiene mal el cable y se saltan los plomos. Los gritos eran de verdadera desesperación, en pleno examen sin luz. No entiendo como la casualidad puede ser a veces tan asquerosa, impertinente y traicionera. 
Los deberes son otro estrés a sumar, no hay ordenadores para tanto niño, tantas clases por vídeo, los niños están estresados y no rinden igual, además hay que sumar todos los quehaceres de la casa, más tu trabajo que también lo desarrollas por el ordenador. Una autentica locura que no parece calmar las exigencias de una sociedad que empatiza muy poco con los que se salen de la regla.
Estoy preparando la psique de mi hija la pequeña para dar un paseo a partir del domingo. 
la chiquilla me pregunta no ajena a todo lo que se ha cocido en este país desde el confinamiento. ya que una niña de siete años se da cuenta de que oye que hay muertos en un número salvaje, enfermos que despuntan por todos lados,  además  encerrados en casa y sin colegio. Algo en su mente dice que estamos en una situación de mucha gravedad. Todo ello a sabiendas que en su familia todo va bien. Ve que su madre sale de casa como si fuera a despegar en una nave espacial, que cuando llega lava todo lo que ha traído con lejía. Que habla a distancia con los vecinos y no se acerca a ellos cuando salen a aplaudir, que saca la basura y se cambia de zapatos e inmediatamente se lava las manos. 
Todos los días hablamos con la familia por videoconferencia y se plasma el miedo en sus palabras, una incertidumbre bestial. Todo lo contrario que se le tiene que dar a un niño, en vez de seguridad inseguridad. Sumando que sus padres por la situación ventajosa no dependen de un negocio sin futuro a corto plazo, que eso es otro punto importante a tener en cuenta. Por que de la salud mental de sus padres depende sus vidas y quizás esto sea peor que el propio virus.
Con esta magnífica expectativa vamos a salir con dos niños el domingo, los otros dos en casa, y si son menores y eres familia monoparental, dejas a dos por videoconferencia con la abuela y sacas un kilómetros a los elegidos previo curso de formación. En el que les dices como se tienen que comportar. Les vistes y refuerzas con protección para salir, no pueden acercarse a nadie, ni abrazar a sus amigas que hace tanto que no ve, si se las encuentra. Te preguntan donde vamos y la respuesta es de paseo corto de un kilómetro, sin tocar nada, solo pasear. Te miran con esos ojos que son como dos montañas en medio de un desierto donde se refleja un cálido sol, y te responden ¡ No quiero, quiero quedarme aquí, en mi casa, con mis hermanos, con mis juguetes. 


1 comentario:

  1. El poder normalizador es el arma más poderosa y cruel que existe,define sin ningún criterio no ley que es un buen padre, vecino, hijo etc

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