Este artículo pertenece casi en su totalidad al libro de Wayne Dyer. Los regalos de Eykis.
En casi todas las declaraciones admnistrativas sobre educación declaran que el objetivo principal de la educación es el de fomentar el pensamiento individual, la autorrealización y el pensamiento autónomo. Pero no existen actuaciones generales que lleven a la consecución de dichos propósitos.
En casi todas las escuelas e institutos, cada vez que los jóvenes intentan desplegar sus cualidades creativas o pensar por su cuenta, esto es interpretado como un peligro e inmediatamente reprimido.
Hace unos años los alumnos de cuarto de la ESO de un instituto llegaron a la conclusión que la nueva prueba que había determinado la administración para determinar su grado de consecución de objetivos de la etapa que estaban a punto de finalizar no tenía sentido, la dirección del centro les amenazó con la no celebración de su fiesta de graduación.
Pocos maestros y profesores pueden soportar que se les cuestione, porque a ellos no se les permitió en su día.
Se les concede recompensas a aquellos alumnos que se adaptan mejor a las exigencias del sistema, a los que complacen a los profesores con el silencio la no movilidad en el aula o a aquellos que hacen los deberes con rapidez y pulcritud. Existen pocas recompensas para el pensamiento independiente, que incluso parece ser castigado en la mayoría de los casos. Un alumno que no muestre necesidad alguna de aprobación, que no de señales de culpa, por falta de aprobación social es considerado un elemento perturbador. Si no es consciente por la mayoría de las personas que componen la comunidad educativa, si lo es de un modo inconsciente, ya que todos venimos de una educación poco permeable a la disconformidad.
Un alumno que se niega a ser igual que los demás es señalado de alguna manera con el dedo, la mirada, los vacíos, los no encajas, los aquí sobras. Se muestra ante todos y lo ven como una mosca cojonera en un salón donde tomas plácidamente el te de las cinco. Entonces se le pide que se sienta culpable por ser, que se arrepienta de sentir así.
Entonces lo que debería ser una actitud fructífera, enriquecedora ya que así lo es la independencia, el criterio propio frente al resto, el pensamiento libre, la ausencia de culpa que llevan a la realización personal. Se ve claramente como una amenaza y así se le hace ver al niño.
Resulta difícil imaginar que un niño pueda aprender a pensar libremente, si se le educa para lo contrario. Es igual que si se entrena a alguien para que sea un gran corredor obligándole a estar sentado todo el tiempo en una silla.
Una clase en la que todos los alumnos estuvieran activamente ocupados persiguiendo objetivos individuales no tiene porque ser necesariamente caótica. Podría ser una clase en la que hubiera interés, animación en lugar de apatía. He preguntado a mis hijos ciento de veces al llegar de la escuela como se sienten y su respuesta siempre es la misma salvo excepciones protagonizadas por héroes de la profesión docente. Se sienten aburridos, abrumados por los exámenes y desmotivados por los resultados.
Los individuos en las aulas podrían ayudarse entre todos. Podrían disponer de un mundo real en miniatura para explorar cualquier terreno. En lugar de eso se les obliga a permanecer en sumo silencio durante horas sentados y que obedezcan a lo que el profesor dicta sin más.
Esto conduce al pensamiento neurótico, incorrecto, lleno de ansiedad y frustración.
Cada alumno es único y exclusivo. ¿Cómo se puede aprovechar esas cualidades si se tratan a los alumnos de igual manera?
Por ejemplo:
Un profesor, explica el lunes la historia de Egipto. El profesor da igual materia para todos, todos reciben la misma explicación, todos estudian el mismo libro, los mismos apuntes, todos hacen los mismos deberes. El viernes se les somete a un exámen. Que además pueden coincidir con otros de otras asignaturas y si el alumnos tiene pendientes con exámenes de pendientes.
Los alumnos que responden al exámen de manera positiva o satisfactoria, reciben una buena nota.
Los que simplemente aprueban reciben una nota inferior y los demás suspenden.
¿Dónde se contemplan las diferencias individuales, que son parte integrante de la realidad?
¿Por qué se supone que los alumnos asimilarán la misma información con igual rapidez?
¿Por qué se castiga con una nota baja al estudiante que solo ha contestado bien la mitad de las preguntas?
La respuesta pueda ser porque quizás necesita más tiempo para aprender el tema.
¿Por qué se pide a los estudiantes que aprendan a igual ritmo?
¿Que ocurre con aquellos alumnos que con sólo un día ya han asimilado la historia de Egipto?
Estos tienen que estar toda la semana con el mismo contenido, cuándo podrían avanzar o investigar más. Por otro lado se pueden encontrar que en asignaturas como matemáticas, necesitan una quincena más para aprender a dividir con decimales.
A estos se les obliga a estar en silencio escuchando una cosa que ya dominan, o se les somete a otro exámen de matemáticas por que coinciden con los que les toca recuperar, así matamos dos pájaros de un tiro y los que ya han aprobado, pues que refuercen contenidos.
Todo esto ocurre porque se les trata a todos por igual. Se les enseña a todos de igual manera, en el mismo momento, y llaman más rápidos y más listos a los que pueden aprender exáctamente de ese modo.
Ser capaz de asimilar algo más rápido que otra persona, sólo indica una cosa rapidez.
Esta lógica educativa conduce a que haya siempre estudiantes medios y estudiantes inferiores a la media. Adaptarse a unas mismas normas por parte de todos los alumnos.
¿Qué puede ofrecer un joven al mundo si es igual que el resto?
Se asegura esa igualdad competitiva, esa lucha por las notas. Esas medallas al mérito estudiantil que se conceden el listas y boletines. Esa es la verdadera obsesión de la educación actual, no el conocimiento ni el autodescubrimiento, sino la búsqueda de esas recompensas llamadas NOTAS.
Esas notas a las que se le da tantísima importancia, no tiene absolutamente nada que ver con la verdadera educación de la persona.
Las notas y el conocimiento son dos cosas que se excluyen mutuamente.
Las notas:
- Reducen la motivación por el conocimiento. Búsqueda de la recompensa. Memoria corto plazo.
- Aumenta vertiginósamente los estados de ansiedad de los alumnos. El miedo a no estar a la altura.
- Reduce la autoestima, baja la valoración sobre uno mismo, proyectamos nuestra valía a unos resultados académicos, reforzado por la valoración de profesores, familia, entorno....
- Frustración, bloqueo...
- Competitividad negativa. (promueve la no ayuda al resto, las zancadillas, los juicios, utilización de recursos de engaño como chuletas...
La recompensa por el estudio debe ir emparejada con la actividad concreta de estudio.
La recompensa por ejemplo de la lectura en lengua, debe ir emparejada no con la calificación, si no con el interior de la persona, es decir la recompensa consiste en la satisfacción de comprender la vida a través de los clásicos o otros escritores. En la emoción de perderse en una novela, en el poder de experimentar lo que han pensado otros, en el placer y la satisfacción interior que implica leer para el desarrollo personal. Esas son las recompensas de la lectura. Al igual que en Educación Física es la sensación personal del triunfo de estar en el camino de la fortaleza física y la buena salud. Experimentar que puedo hacer esfuerzos sin perder el aliento o retrasando la aparición del cansancio.
Notar que el esfuerzo y la disciplina me hacen tener ese poder, un superpoder que es significativo a la hora de vivir. Para eso aprendo para vivir de la mejor manera que se.
Cuándo el alumno está preparado, aparece el maestro. El que aprende es el que decide. Cuándo un estudiante se propone estudiar algebra,lo aprenderá por más que hasta ahora haya recibido malas calificaciones en esa disciplina, por más que haya oído comentarios como no es lo tuyo, por más que de una manera subliminal todo le diese a entender al alumno que nunca podría dominar ese contenido. ¡ Cuántos se han equivocado con sus pronósticos!, y de ellos nadie se acuerda.
Todos tenemos la capacidad de aprender algo con la ayuda de los profes o sin ella. Los profesores realmente GRANDES comprenden eso y se entregan a su función de proporcionar a los individuos un ambiente adecuado para que tomen sus decisiones en cuanto al estudio. Recalcan el estudio por la maestría, por encima de la lucha por las notas.
El estudio por la maestría significa que el objetivo de la educación es de DOMINAR el programa de estudios. Da igual el tiempo que tarde el estudiante en conseguir esto, no tiene importancia significativa. Cada individuo se somete a exámenes, cuando está preparado para ver lo que ha aprendido de modo significativo y no por una fecha establecida para toda la clase.
Significa que no hay castigos por ser más lento en el dominio de una materia o asignatura. Significa que cuándo se adquiere un conocimiento, se hace con una enorme satisfacción interior, además de la buena nota si es necesario que conste en algún documento o expediente.
Los resultados son la satisfacción personal y el orgullo interior y uno recibe un título de maestría cuando demuestra realmente su dominio de la materia.
En este tipo de sistema educativo los alumnos desean ayudarse unos a otros en lugar de competir por los pocos logros que los educadores proponen a su alcance a modo de calificación.
Cada estudiante tiene libertad para desarrollarse en temas difíciles, sin miedo al fracaso.
El estilo del estudio es LA COLABORACIÓN Y NO LA COMPETICIÓN. Y es imposible que los jóvenes copien.¿Para qué copiar cuando las recompensas son interiores y no exteriores?.
Este ejemplo es muy exclarecedor :
Se somete a unos polluelos a una prueba, destinada a mostrar cuales eran más listos y cuáles más tontos. Se les colocó una barrera delante de la comida, y los polluelos que se consideran tontos no se movieron y acabaron muriendo de hambre. Los listos rodearon la barrera y alcanzaron la comida.
Los listos se aventuraron, no se conformaron, se arriesgaron. Si lo aplicamos a los estudiantes los listos son los que no se aventuran, los que no protestan, los que no cuestionan, los que no se arriesgan.
Se debe ayudar, incentivar a los alumnos para que se ayuden los unos a los otros a lograr niveles máximos de conocimiento personal. La comparación entre alumnos es una actividad carente de sentido. Es importante que los alumnos estén en un sistema educativo que valore el conocimiento, esto les ayudará a la colaboración y no a la competición. La competición es inherente al mundo que hemos creado. Mientras en el juego deportivo o lúdico la competición es noble, sana y divertida, aunque no siempre. La competición en el resto de ámbitos provoca antagonismos, odio nacionalismos, y teoría de superioridad nacional.
En las escuelas y los institutos son el único lugar en que los profesores pueden empezar a fomentar de modo prioritario el sentido de COLABORACIÓN.
No deberían existir exámenes colectivos ni las comparaciones de resultados. Todo esto debería ser sustituido por un sano ambiente de colaboración y ayuda.
Y si esa cualidad fuera transferida a los gobiernos, acabaría con la mayoría de las disputas, insultos, agravios, juegos de poder que dan lugar a guerras y a amargos odios.
Los profesores pueden hacer mucho para que la EDUCACIÓN llegue a basarse algún día en el CONOCIMIENTO Y NO EN LA COMPETICIÓN en la que está sumergida e inmersa hoy como parte inherente de una sociedad que fija sus objetivos en medir la adquisición de logros a toda costa.
Los estudiantes que se enfrentan a un profesor autoritario, rígido, despótico solo trabajarán cuándo esté presente esa figura autoritaria. Cuando el profesor abandone el aula, los alumnos abandonarán la comedia o actuación, pantomima, y es cuando en muchas ocasiones la lían parda.
Si los profesores autoritarios y dominantes que tanto se enorgullecen de sus clases bien disciplinadas (los que dicen conmigo los alumnos, no se mueven) pudieran ver sus clases cuando abandonan el aula o se ausentan unos segundos, comprobarían los resultados de su severidad.
Muchos estudiantes sometidos a esos niveles de autoridad y directrices, no hacen nada extraordinario el resto de su vida, no tienen iniciativa, viven apocados en sus trabajos. Además llegan a despreciar todas las actividades de estudio por lo que las asocian con el pensamiento rígido y autoritario.
¿COMO SON LOS PROFESORES DEL CAMBIO?
Son profesores inmersos en un sistema realista de educación para la maestría, EDUCAN A LOS ALUMNOS PARA QUE ESTOS LLEGUEN A SER SUS PROPIOS PROFESORES.
Entonces los alumnos no tienen necesidad de copiar cuando estén preparados para examinarse, no necesitarán buscar recursos poco honorables para aprobar. Solo los que lo hacen, los que buscan únicamente aprobar o conseguir una licenciatura sin maestría son incapaces de redactar una idea con claridad y mucho menos conseguir un trabajo que les motive y entusiasme, solo aspiran a aquellos trabajos que les proporcionan un crédito institucional para ayudar a otros estudiantes a ser como ellos.
Nuestros hijos podrían salir de sus experiencias educativas ilusionados por la perspectiva de adquirir conocimientos por la alegría inherente de aprender, unido a las innumerables oportunidades que se abren ante una persona culta. PERO LOS JÓVENES salen del LABERINTO DE LA EDUCACIÓN CONVERTIDOS EN OTROS TANTOS MIEMBROS DEL REBAÑO, PENSANDO Y BALANDO EXACTAMENTE COMO LOS DEMÁS.
PARA CAMBIAR EL MUNDO, NECESITAMOS CAMBIAR LA EDUCACIÓN. ES COSA DE TODOS.