viernes, 19 de enero de 2018

LA LOCURA DE AMANDA.


Es curioso, a los profesores interinos y a los funcionarios de carrera nos hacen someternos a una dura oposición que en el primer caso no aprueban o sí, pero sin plaza y en el segundo pasan a ser profesores de plantilla estable en la Consejería de Educación, muchos de nosotros hemos estado antes de aprobar diez y quince años dando clases, y en el momento que apruebas tienes que pasar el año de prácticas y de inspección, algo muy absurdo. Ningún test psicológico, ni de estabilidad mental, y ya han pasado cientos de chavales por tus aulas a los que se les ha podido sentenciar si no estabas en tu sano juicio, a los que se les han podido machacar la autoestima, a los que muchos han hecho odiar su asignatura, y llevar su futuro profesional por otros cauces distintos a los que en un principio pensaba coger, ya que tenían que evitar cualquier experiencia que le recordase la  existencia de ese docente, como un perfume malo que deja ese olor en tu memoria que identificas y te cambia el gesto, te hace estremecer, revolverte, en fin un recuerdo malo.
Este caso va dedicado a todos esos docentes que me he cruzado, gracias a Dios no muchos, que estaban como una espuerta de grillos y dejaron prueba de ello en sus compañeros docentes y en su alumnado.
Era el mes de septiembre y allí apareció Amanda era interina en la materia de historia, melena rubia teñida, corpulenta, grandes pechos que no disimulaba con jerseys ajustados de ganchillo, de color fosforito, minifalda y botas de polipiel, esas que te hacen sudar hasta la entrepierna.
La conocí en una guardia de recreo, me parecía muy peculiar, venía de un pueblo de Asturias de cuyo nombre no quiero acordarme, para que no me de por ir y quizás me la encuentre.
Intima amiga de Sting el cantante, había tratado a su mujer de vigorexia, por que ella también era Doctora en psicología, todos los veranos se iba a Escocia, al castillo del cantante. Unos días antes de presentarse en el centro, se acercó con El a conocer la ubicación del instituto, El había venido a un concierto en Barcelona y pasó a verla, Sting le dijo que no se complicara la vida con la docencia, que el le pagaba muy bien los servicios en Escocia y que volviese con él y con su esposa. Eso fue lo que me contó en un recreo.
Los martes y jueves salíamos a la  misma hora y le dije que si quería la llevaba a su casa, ya que ella no tenía coche y siempre venía en tren. Cada uno de aquellos viajes lo recuerdo con horror, ya que se pasaba el trayecto hurgando en su pelo, buscando uno que le agradase, era un pelo bicolor, negro por arriba y amarillo pollo por abajo, de mitad de media melena. Ese pelo lo chupaba mirándolo con los ojos bizcos y después de dos o tres pasadas entre sus labios rojos, lo enredaba en su dedo índice y se lo arrancaba. Así dejaba el sillón de copiloto con los cuatro o cinco que se arrancaban y quedaban pegados en el sillón. Cada viaje era una historia diferente, y había viajado por todo el mundo, estudiado cuatro carreras y sabía seis idiomas, el español, el inglés, el francés, el colombiano, el mexicano y el argentino.
 Había sido secuestrada por la guerrilla, el ejército de liberación nacional de Colombia, escapó una noche después de una fiesta, en la que estaban todos embriagados, llegó a una casa exhausta, donde la ocultaron hasta que la pudieron llevar sana y salva a una comisaría, donde se le facilitó la salida del país. Eran cientos de historias vividas en su cabeza, hasta el más mínimo detalle.
Cuando daba clase de historia, sabíamos en que época se desarrollaban sus explicaciones, por que los alumnos aparecían disfrazados para hacer las exposiciones, complemento que subía nota, y suponía cientos de risas en el centro, sobre todo en los recreos.
A la vuelta del finde coincidimos en el recreo y nos preguntamos por el fin de semana y me contó su experiencia en un yate, en el que estuvo dos días escuchando a Fito y los fitipaldis en directo, eran íntimos amigos del patrón del yate, su primo Raul.
Otro día apareció por sorpresa en mi departamento, se sentó en una reunión que teníamos y que hacíamos todos los martes. los componentes del departamento dos profes de Educación Física y yo. Abrió las piernas, y no solo permaneció a la escucha si no que debatió temas que realmente no la incumbían. En un receso, le comenté que cerrara las piernas que se le veían las bragas y me respondió que no tenía, me quedé como el emoticono de sorpresa del whatsapp. los compañeros  del departamento disfrutaron de una de las situaciones más absurdas que habían vivido en su vida profesional.
Amanda, se marchó al curso siguiente a un instituto de secundaria, que por ubicación es bastante elitista, justamente al departamento de orientación, y allí seguiría contando sus historias, esas que quizás sean producto de sus delirios o quizás estén sacadas de cierto realismo, ya que como dicen muchos la realidad siempre supera la ficción.



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