sábado, 20 de enero de 2018

¡AL BANQUILLO!

Hoy es sábado, un gran día para despertar con ganas de disfrutar del fin de semana, en el calendario la primera actividad que aparece es partido de balonmano de uno de mis hijos . Con el primogénito fue fútbol, primero de portero, no hacía falta hablar después de los partidos, los goles eran cosas del portero, el niño se hartó de oír, ver y callar y decidió pasar al campo. ¡Dios mío, que desesperación solo quedaba una opción llevarle y verle allí sentado, con cara de me aburro, con preguntas de por qué entreno todos  los días si no juego, me paso todos los fines de semana postrado aquí, cada encuentro en el mirador, a veces le sacaban para tomar el aire y al primer fallo para dentro no sea que perdamos la champión league. Yo entiendo que no son unos fenómenos en el deporte, por ahora ninguno de los cuatro, pero que niño o niña adquiere placer por el deporte sin jugar partidos, sin pertenecer al éxito o a la derrota, tanta es la estupidez que si es malo o más malo que el resto, se va del juego a mirar, pero allí no hay mucho que aprender, un árbitro al que ponen pingando cada vez que pita alguna acción que no aventaja a uno de los dos equipos, padres que gritan a sus hijos como si les fuera la vida en ello, que increpan a los padres de al lado, que se meten dentro del campo con actitud amenazante, el entrenador que saca todo su repertorio de palabrotas. Mi hijo no aprende nada mirando, y no entiende por que no puede jugar si es lo que le gusta, pero él ya se ha dado cuenta es malo, es muy malo y no lo quieren, ya no saben como decirlo más alto y más claro y al final deja el fútbol, y a pesar de que yo haga deporte, no quiere ni pensarlo, lo han marcado como a una res. El deporte no es lo tuyo.
Y ahí está el segundo en el balonmano, también chupa banquillo, partido tras partido, da igual que sea amistoso o de liga, nos levantamos pronto, tres y cuatro días a la semana de entrenamiento y ahí está. Así que hoy decidí llevarme el periódico y solo dejé de mirarlo cuándo mi hijo salió veinticinco segundos. Se me  quedó mirando el entrenador y se acercó un padre para decirme que ya se dió cuenta de lo que me interesaba el partido y yo le contesté que a mi me interesa cuando juega mi hijo, por eso le llevo y le traigo a los entrenamientos y si no juega leo que me enriquece más que verle allí, aburrido y notando en su gesto que es injusto como muchas cosas en la vida, y ya me niego, ya me harté.
El deporte no lo es todo, pero es muy importante para su crecimiento y su equilibrio personal, pero los modelos que se emplean son equivocados, por esos tantas criaturas llegan a mis clases diciendo que no sirven, que no valen, que son malas haciendo esto o lo otro, y yo les digo que no es verdad y además se lo demuestro, son capaces de mostrar la mejor versión de ellos mismos y así lo hacen en la mayoría de los casos.


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