miércoles, 19 de abril de 2017

DE VIAJE



¡Que cosas las que ocurren en los viajes!, todavía recuerdo aquel viaje a Ceuta en autobús desde Madrid, el asiento el 13, ¿como no?, me tocó un saharaui, tenía una melena frondosa de un perímetro bestial, mientras estuvo en posición erguida no lo sufrí mucho, pero recuerdo como el sueño le podía y se iba tumbando en mi hombro, casi no me dejaba ver, me anulaba la visión izquierda, el frontal y apenas podía disfrutar del paisaje por la ventanilla. A base de darle golpecitos con el hombro, volvía a su posición de estar derecho, pero poco le duraba, así me tiré casi todo el viaje. Por aquel tiempo, se podía fumar, desde luego que no en los asientos de delante, pero eso no tenía traducción y allí que iba, cuando se despertaba un canuto se hacía de tamaño familiar. Recuerdo la primera bajada de descanso, no sabía ni como me llamaba, gracias a Dios no le dió por querer mantener una conversación por que no hubiera vocalizado ni una sola palabra. 
En la segunda parada, dijo el chofer del bus,¡ veinte minutos!, a los quince ya estaba yo esperando subirme al bus y sentarme, pero algunos de los pasajeros no aparecían entre ellos el saharaui. El chofer decidió poner el autobús en marcha y los dejó en tierra. A partir de ese momento mi vida cambió, pude disfrutar del viaje hasta Algeciras, sin que me picara el bigote por su mata de pelo rizada, las cosas de viajar en trasporte público, a veces tiene pequeñas pegas que te hacen tener un viaje realmente complicado.



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