martes, 18 de abril de 2017

COMO DOS PIOJOS RESUCITADOS



Ayer fui con una amiga a tomar un vino, estábamos sin hijos, y fuimos a una de esas vinotecas que se han puesto de moda, decidimos quedarnos a picar algo, y pedimos de la carta una ensalada, pero la respuesta fue que la ensalada se sirve los fines de semana, algo muy normal en cualquier local de hostelería, claro y el cochinillo en Navidades. Nos levantamos, pagamos y nos marchamos, buscando la dichosa ensalada que calmara nuestro hambre y que nos permitiera tomar otro vino y no caer en el anonimato
Deambulamos por las calles, desérticas, ni un alma y eran tan sólo las nueve y media de la noche, parecían las seis de la mañana, no estaba ni el típico borracho, ese que estába en todas las reprimendas de tu madre de adolescente, cuándo llegabas más tarde de la hora que te ponía. ¡A esta hora solo hay borrachos y delincuentes!, pues nada, ni uno ni otro. 
Nosotras, salimos como los eclipses de luna, unas cuatro veces al año, y no somos exigentes, no pretendemos que esté George Cooney o Hugh Jackman en una terraza con la copa esperándonos, pero por lo menos que la terraza esté abierta. Te da coraje cuando puedes y te encuentras con ese ambiente close. Se nos ocurrían sitios mientras andábamos y nos lo  encontrábamos con las persianas bajadas. Cambiamos de rumbo tres o cuatro veces, para arriba, para abajo, y nada.  Al final, gracias a Dios, encontramos uno en el que los camareros estaban recogiendo la terraza, asomamos la cabeza y preguntamos si podíamos cenar algo. El camarero preguntó en la cocina y le dijeron que sí, nos sentamos en una mesita solas, con unas grandes cristaleras alrededor. Habían unos cuadros de imágenes de la ciudad, con una iglesia enorme que hicieron y nunca se abrió, mi amiga preguntó so bre la imagen y el camarero no sabía responder, me dieron ganas de decirle que eramos del programa el jefe infiltrado y que nos había decepcionado, pero me corté, era demasiado joven para tanta maldad. 
Pedimos una ensalada y un timbal de alcachofa con langostinos y pulpo. Como somos madres trabajadoras y amas de casa valoramos mucho sentarnos en una mesa y no mover una pestaña. Pero dentro de esa felicidad sabemos que hay sobre cada plato, en la ensalada lechuga iceberg de bolsa de supermercado, dos trozos de queso de cabra, y cuatro lonchas de cecina. Seguramente después de preparar ese plato el cocinero ha tenido que pedir la baja por estrés. En el segundo el dichoso timbal que preguntamos que era eso, nos respondieron que una manera de emplatar, otra palabrita de moda, ahora todo se justifica con que es la manera de poner la comida en un plato. ¡madre mía!, aquello era un revuelto en toda regla, alcachofas rehogadas con ajo, por supuesto de bote, y cuatro langostinos y tres cachos de pulpo, que hacía años que no veían el agua, vamos que podía ser conejo. 
Total que lo pasamos genial, hablando y riendo como siempre, quitando le importancia a lo que realmente no lo tiene, nuestra salida por el desierto, por una ciudad muerta, llena de persianas polvorientas bajadas y de un silencio sepulcral no natural a esas horas y con una Cantabria en plena vacaciones de Semana Santa. Quizás era lunes, un lunes con una maravillosa temperatura, Quizás nos faltó ser multimillonarias y que nos esperase un helicóptero para llevarnos a Lóndres o París. Sentadas en el restaurante cenando girábamos la cabeza hacia las cristaleras, y desde allí divisábamos la Torre Eiffel y por el otro lado veíamos el Big Ben,  eran  grandes ventanales  y el paisaje lo podía poner tu imaginación.
La verdad ,es que disfrutamos y no salimos de Torrelavega, ayer  la ciudad muerta. Y en las ciudades muertas siempre hay resucitadas y esas somos nosotras. No somos piojos, pero sí resucitadas de situaciones que han sido para habernos matado.






4 comentarios:

  1. Mis mejores salidas siempre fueron en día laborable, por ahí perdido en mitad de una larga y tediosa semana, y con la ciudad desierta...
    Y sí, casi todo cerrado...

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  2. pues me tienes que hacer una guía michelín de salidas en el desierto, otro día nos sumamos y así el silencio no será tan propio de un lunes de vacaciones.

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  3. ¿cómo convertir Torrelavega en una ciudad atractiva a los niños, a los ancianos, a las parejas jóvenes con hijos, a los adolescentes que se van a Tanos a hacer botellon, a los divorciados que como alternativa tienen el Refugio o las jornadas gastronómicas de meeting, en fin, a esta ciudad hay que darle un vuelco, por que se hunde, cada vez más negocios cerrados, polvorientos, con las persianas bajadas y la gastronomía que hace veinte años era una referencia, ahora es a excepción de unos pocos restaurantes una basura.

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