domingo, 3 de noviembre de 2019

El PODER SOBRE EL DOLOR

Vivimos en la cultura del placer y la infelicidad, la insatisfacción y buscamos lo que no tenemos, cuándo lo tenemos todo. La cultura de la apariencia, de la gratificación externa, lo que nos produce la más terrible de las ausencias, no compartir nada con nosotros mismos, el silencio donde escuchamos las palabras mágicas que proceden de nuestro interior. Las que nos susurran  que abramos los ojos hacia dentro. Quizás por eso muchos ciegos ven más claro que los videntes, ven un futuro lleno de ilusión y encienden su interior con una luz tan potente que lo alumbra todo. El coraje de vivir, de encontrarte, de reconciliarte con tu yo más profundo. Ese que te alienta para que te levantes cuándo todo tiembla, cuando tu cuerpo no responde y tus articulaciones han desaparecido inmovilizandote.
Eres capaz de creer en ti, de acariciar la vida sin modulaciones, condicionantes que te vuelven incrédula sobre tu eres real. Un eres que defines tú, con tus actos. Un eres fuerte y a la vez sensitivo, que observa en todas las dimensiones las amenazas reales de una selva enmascarada de sociedad civilizada, sin escrúpulos, donde solo importa el placer inmediato, el dinero, la productividad, y la apariencia. 
Pero tu eres más que todo eso, tu lucha interna, tu inteligencia te lleva a creer en ti, en lo grande que eres, en lo sumamente grande, honesta, leal, positiva, perseverante, luchadora, tenaz, valerosa. No hay nada que pueda con eso. Nacimos gladiadoras de élite y lo demostramos cada segundo de esta vida. Lucharemos siempre, por que somos de esa naturaleza. ¡Nada nos parará!. La sangre que llevamos en nuestras venas, es de auténticas guerreras. No dejaremos que la traición nos mate. En el juego de la vida contamos con ello. Sabemos donde está nuestro camino, a cada paso se enciende una nueva ramificación que nos llevará al triunfo más grande de la vida. Estar orgullosa de nuestra esencia de mujer.

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