Oscar, nació con mieditis alérgica. Su madre, tenía miedo de todo y ese miedo se lo inyectó en vena.
Cuándo Oscar salió al mundo tuvo tanto miedo de no saber donde estaba ni con quién, que entró en parada cardiorespiratoria. Su madre empezó a gritar y a Oscar se le hundió el abdomen hasta que inició un llanto de pánico, que alivió a las enfermeras y a la matrona.¡ El niño estaba bien!.
Creció en el miedo, la desconfianza, el pánico al fracaso. Iba al colegio con la sombra del miedo detrás, siempre detrás. Tenía miedo a hablar, a salir a la pizarra, a mirar a los ojos, a tener amigos y se recluía en su soledad siempre con la sombra del miedo, que lo rodeaba, que lo inundaba, que no le dejaba ver, sentir, escuchar ni percibir la vida desde la confianza. Tenía miedo de todo incluido de el mismo.
Un día después de hacer los deberes con miedo, ducharse con miedo, cenar con miedo. Se dispuso a dormir con los tres puntos de luz de la habitación por que tenía pánico a la oscuridad, tanto que se dormía todas las noches llorando.
Esa noche, corría en su sueño como alma que lleva el diablo, le perseguía la sombra del miedo. Cuándo estaba, ya a punto de pillarlo, Oscar se dio contra una pared y cayó al suelo, atontado por el golpe, miró de lado y vio que la sombra estaba esperando cualquier movimiento para actuar.
En la pared, aparecieron tres puertas con sus tres salidas respectivas. la primera, era la puerta de la confianza. No se lo pensó dos veces y rápidamente entró por ella, cuándo salió, se encontró con una silla frente al miedo. Se quedó sentado mirándolo sin parpadear. La sombra se hizo un poco más pequeña de lo que era. Decidió entrar en la segunda puerta, era la de la valentía. Cuándo salió se encontró que ya no había ninguna silla y se quedó mirando al miedo de pie y de frente. El miedo se hizo más pequeño todavía. Se dio la vuelta y entró en la tercera puerta, la de la resiliencia. Al salir vió un camino en dirección al miedo y lo tomó andando y salvando de vez en cuándo alguna piedra, tronco o riachuelo del camino. El miedo se hizo tan pequeño que desapareció.
Cuándo despertó, Oscar se miró al espejo y vio que la sombra del miedo había desaparecido, se observó y se estudio, se miró con el respeto con el que nunca lo había hecho, se sintió orgulloso de ser valiente y sabía que ya no había vuelta atrás. Los sueños se cumplen y el sabía que sus miedos nunca más condicionarían su vida. ¡Era un valiente!.
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