lunes, 19 de agosto de 2019

EL CUENTO DEL CORAZÓN Y EL ALMA.

Un corazón sollozaba, encogido, triste y arrugado. Vencido, decía en voz alta. Soy un corazón viejo llevo latiendo años, dando amor, abriéndome a los demás y no consigo que me devuelvan lo que dí, me siento pesado, me pesa hasta mi latir, no creo que sea justo este trato. 
Por su lado pasó un alma excelente, se abrió con los brazos abiertos y mirándole sonriendo dijo: ¿que te pasa corazón?, ¿estás triste y desolado?, ¿que esperabas de la vida?. El amor, es valiente, aventurero, altruista, absoluto, maravilloso, envolvente, gracil y encantador. Se da apasionadamente y no se espera devoluciones. En las devoluciones siempre se pierde. Cuándo tu das sin esperar nada, dentro de ti se genera una tierra muy fértil de amor para todos los que te rodean, sin sufrimiento, sin pesar. Lo das todo a cambio de nada, pero dentro de ti, aparece el amor incondicional hacia ti mismo, un amor que desborda y que debes compartir, si no explotarías, no podrías contenerlo para ti solo.
El corazón miró hacia el alma y le dijo: ¿Por qué eres tan, tan generosa, alma?, soy el alma de la excelencia, doy sin esperar nada a cambio, ando, vuelo, navego con los brazos abiertos para abrazar todo aquello que me encuentre, sin juzgar. Estoy por encima de la vida pero a veces me disfrazo de ella, siento ternura por los límites de la mortalidad.
El alma cogió al corazón de la mano y le dijo: echa tus aurículas hacia atrás, contrae tus ventrículos.
estira tus arrugas y enseña tus cicatrices, siente te orgulloso de ti mismo, un órgano tan importante en la vida y la muerte, el marcador de la existencia en la tierra. Camina seguro, sigue dando amor con excelencia sin esperar ninguna devolución, dalo todo, todo, absolutamente todo y tu último pulso será dichoso, será grandioso, será excelente y tu paso será único y maravilloso. ´
Ábrete a la vida mientras estés en ella, camina con seguridad. Yo estaré contigo hasta tu último palpitar.
El corazón se tornó más rojo que nunca, más apasionado que nunca, empezó a latir con fuerza, se estiró todo lo que pudo, se hizo más grande y hermoso. Nunca más ni en su último pulso volvió a estar encogido, triste y arrugado.

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