martes, 13 de agosto de 2019

MI SUEÑO.

Esta noche soñé  que saltaba de una nube a otra, estaba todo oscuro e iluminado. Estaba la luna y las estrellas. El sol, dormía plácidamente, aunque su existencia sabía delegar la luz a la luna, una luna redonda, hecha con la perfección de un compas. La vi tan bonita, que me subí a ella, me tumbé y ella me meció cariñosamente, con la suavidad de lo tierno. Mi pelo flotaba rozando un firmamento cálido.
Desde allí observé señales de luz, era como un lenguaje morse, que sin entender, entendía. Me decía lo importante que era tenerme allí, todo era una fiesta, confiaban todos los astros en mi, quizás más que yo. Me decían que confiara más en mi, que tenía una misión muy importante. 
Me dijeron que yo era tan importante, era una jardinera de emociones, de confianza, de retos, de cariño, de coherencia. Este año tenía un reto, hacerlo mejor que ningún  otro curso con mis alumnos. Debía encontrar la clave que transformase la educación.
La luna me dejó caer en un abismo que parecía no tener fin. Pero nunca aterricé, escribí inmediatamente después de despertar la palabra confianza. Sabia que ahí estaba la clave. Ahora a trabajar.

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