NO ENTIENDO NADA...Es lo que me pasa últimamente y me preocupa. Se supone que a mi edad debería entenderlo casi todo. Podría desesperarme, pero no lo hago, prefiero levantarme a las cinco y meditar media hora antes de hacer media hora de yoga, desayunar, hacer la comida, la casa e irme a trabajar. A veces en el trabajo pasan cosas que no entiendo, escucho cosas que no asimilo, veo actitudes que no centro. Quizás mi primer cerebro prefrontal esté dañado y en vez de cortocircuitarme, debería reiniciarme olvidando que pasó...No entiendo nada.
Me digo que no entiendo lo que me acaba de pasar, que no sea canalla conmigo misma. Utilizar absolutismos no es bueno. Siempre, todo, nada, nunca...
¿Estar en un estado crítico, qué significa?. Parece haber personas que no lo entienden. Todo manga por hombro. Un virus sin tanques ni metralletas pero muy resolutivo a la hora de hacer daño, ha puesto a el mundo patas arriba y ha abierto todo el telón de un escenario lleno de averías. Ahora no vale ir de nada .Ahora hay que demostrar más que nunca que juntos es la única manera de contra restar este huracán, este barrido de personas al otro mundo. Quizás sea el momento de disculpar, de agradecer, de empatizar, de ayudar y hermanarse con todos aquellos que son vulnerables por cualquier condición.
Empieza el curso de mi hija de ocho años, días antes reúnen a los padres del grupo. Nueva profesora. Allí llego haciendo el pino con las orejas para no faltar a la cita, pero eso no le importa a nadie todo el mundo tiene sus problemas. Después de la presentación, nos dice que cree oportuno darles educación emocional, claro vienen de un confinamiento. En un momento de su charla dice que no tiene hijos pero que entiende ciertas situaciones. Después comenta los criterios de calificación 80% exámenes y 20% trabajos y deberes. Me quedo atónita, estos son los criterios con los que se va a medir a niños de ocho años. Todo enfocado al rendimiento y un poquitín los deberes. Impresionante, esto es fomentar la competitividad, el resultado por encima de todo, la baja autoestima, la frustración, la desidia a estudiar por la continua valoración de la asimilación de contenidos por exámenes. Lo siento soy muy torpe. No entiendo nada de nada. Necesito refuerzo o que aparezca un tigre de dientes de sable y me devore.
Después de quince días sin mis hijos, hoy es viernes y los recojo a las 12 del mediodía en casa de su padre, a todos menos a la pequeña que está en el cole. los mayores empiezan la semana que viene.
Cómo soy profesora y todavía no hemos empezado el curso con alumnos, puedo salir a recogerlos. Los dejo en casa y me acerco a por la pequeña al cole. La hora de recogida es a las 12.55 y llego a las 12.57 por supuesto acto seguido me voy corriendo a trabajar.
.Veo que la niña, está apoyada en el muro del patio y la llamo con la alegría de esa madre que no ha visto a su hija en quince días, pero la alegría es muy generosa y dejó pasar rápidamente a la contrariedad.
Me llamó su profesora y me dijo que estamos en un estado extraordinario, crítico y que debo recogerla a la hora. No doy crédito, ya llevo al menos un minuto allí, miro el reloj y son las 12.58. Es decir que he llegado dos minutos tarde. Me insiste una y otra vez en que debo ser puntual. Le miro directamente a los ojos y le explico que precisamente por ser un estado extraordinario, crítico o como quiera llamarle, hay que ser más tolerante y comprensivo que nunca. No han sido ni cinco minutos, es como de parodia, increíble. Me dice que tengo que tomar medidas y ponerme de acuerdo con mi ex. Esta señora no tiene hijos y no tiene ex. le digo que no somos máquinas, que surgen pequeños percances si a dos minutos se le puede llamar percance. Creo que recoger a una criatura del colegio no debería ser como coger un vuelo o perder el ave, pero parece ser que así es.
¿Que humanidad es esta? que no permite un retraso de dos minutos, parece que cometí un crimen. ¿que mal rollo!. ¡Vaya educación emocional!, sumamos lo acontecido con los criterios de calificación.
Me dice que no tiene nada que ver. Ese es el problema, que las emociones no es un curso que se aprende y luego lo tienes en tu cabeza como un compartimento estanco. Educar en emociones es enseñar a valorar, y eso no se hace por medio de pruebas continuas. Es enseñar a ser buena persona, tolerante, solidario, aprender a escuchar, mimar lo que uno hace y aprender a amar las diferencias que nos hacen tan maravillosos. La emoción sale del corazón y mi alegría, la de recoger a mi hija no fue lo suficientemente potente para contagiar a su profesora, a la que robé dos minutos de su tiempo y que intentó fraguar el entusiasmo de un día maravilloso, el viernes que recogía a mis hijos después de no verlos en quince días.
Le dije que no me repitiese más lo mismo, que intentaría llegar a tiempo. Ella seguía r que r y me despedí diciéndole que las dos eramos mujeres inteligentes y que todo ya había quedado muy claro.
Mis últimas palabras hacia ella fueron: Que pases un feliz fin de semana. Tengo que agradecer que ella repitiera mis mismas palabras. Al menos la alegría no funcionó, pero mis buenos deseos sí.
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