viernes, 25 de septiembre de 2020

LA ETERNA NATURALEZA

 Los pasos se escuchaban tan lejos, que parecían no llegar nunca, pero llegaron.

El día amaneció claro y de pronto se oscureció haciendo eterna la llegada de la noche.

Un camino que elegí porque parecía fácil y corto, y en el  que encontré mil curvas sin fin.

Un norte que desapareció entre unos puntos cardinales que parecían ignorarlo.

Pérdida en un mar sin orilla, en un altamar sin poder avistar tierra alguna,

apareció un precioso horizonte de esos que se perfilan sin regla por la naturaleza,

Esa que escoge sin equivocarse para equilibrarse apagando fuegos y rematando orillas.

Esa naturaleza que se cuece cada vez más deprisa sin risa y se deshiela sin ira.

Mientras tanto respiré y consciente de ello, me dejé llevar, allí donde nunca estuve

allí donde nunca vi. y tras llegar caminé sin esfuerzo, entre hilos que zurcían los duelos.

Me senté y sentí que respiraba sin pulmones, y noté que mi corazón latía sin pulso,

y miré, tan nítidamente como nunca había visto. Busqué mis ojos, pero habían huido.

como también lo hizo mi cuerpo.



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