En Educación Física, estudiamos que las capacidades que se ganan con perseverancia, cuando dejas de entrenarlas se tarda más en perderlas, como la Resistencia. Aquellas otras que se mejoran con rapidez como la agilidad o la velocidad, se pierden con más facilidad. Siempre me he acordado de este principio que me ha acompañado en cada una de los retos que he conseguido, como aprobar una oposición de funcionario de carrera después de casi 10 años de empeño, o tener a mi cuarta hija después de cuatro abortos con sus respectivos legrados, quién los ha sufrido sabe lo difícil que es remontar la tristeza que te embarga y que te acompaña durante mucho tiempo. Es cierto que cuándo las cosas que te propones te cuestan, las valoras y no quieres perderlas, la lucha por mantener lo conseguido es muy grande.
Eso lo han hecho millones de españoles con sus ilusiones en monedas, en ahorros, que han ido a un banco, privándose en muchos casos de vacaciones, supervisando que no se dejaran los niños las luces encendidas, que las duchas fueran cortas, que los productos que llenaban sus neveras fueran de marca blanca, aprovechar todas y cada una de las ventajas, descuentos, promociones que dan los supermercados, la venta a plazos para poder comprar lo que sus hijos necesitaban para los estudios, para vestirse con lo esencial y no ser excluidos en las relaciones interpersonales, no dejamos de ser una sociedad consumista y que evidentemente la imagen es importante.
Os imagináis tener una tarjeta black, podría ser un medio para trabajar la empatía en educación.
Repartirse cargos entre amigos, independientemente de su formación y preparación profesional, de su integridad, o valores. Estos señores vivieron como jeques árabes sin serlo, disfrutaron de un dinero que no era suyo por todo lo alto, para que pensar si puedo, para que pensar si me puedo permitir ir a un restaurante, para que mirar la carta y ver los precios, para que cuestionarse si menú o carta, para que pedir el vino de la casa. Por qué cuestionarse ir andando o en bus para ahorrarse la pasta, o viajar en avión en clase turista, cuándo existen restaurantes en el que un solo comensal puede pagar unos 1200 euros por comer, gastarse 900 euros en taxi en desplazamientos, viajar en avión privado, alimentarse de caviar ruso y champagne francés, tener hobbies baratos como la caza, enamorarse de una señora 20, 30, o 40 años más joven que tú.
Que fácil es ponerse en el lugar de estos pobres que vivieron el momento presente como verdaderos marajás, con el dinero de los currantes de nuestro país, de la gente que ha medido continuamente para llegar a final de mes.
Me pongo en el lugar de estos ladrones, que se relacionaron con la mentira, las personas sonrientes, que le abrieron el paso con banderines y los agasajaron hasta la saciedad, esta saciedad que apareció con la Guardia Civil, algo que les hizo caer desde lo más alto, el golpe les convirtió en mortales, volvieron del país de nunca jamás. Desaparecieron los desayunos en la cama, los cóckteles con bengalas, desaparecieron las sonrisas a su alrededor, de echo su alrededor desapareció, se alejaron como si de un brote de Evola se tratase. aparecieron los barrotes del infierno. La libertad ya no era lo mismo, y como lo que se gana rápido se pierde rápido, decidió pasarle la pelota de su penitencia a lo más íntimo su familia.
Miguel Blesa, descanse en paz.
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