Viva la campaña de este año del Corte Inglés, Quiéreteme y por supuesto la de LÓreal Por que yo lo valgo. No hay nada más orgásmico que un día de chicas, así lo hago con mi hija Carmen cuando surge, por que sus hermanos tienen compromisos de cumpleaños, sólo tiene diez años pero lo disfruta muchísimo. Nos ponemos guapas, vamos a la pelu o a tomar un café, a una de esas cafeterías decoradas, con sus vitrinas llenas de dulces increíbles, y con bonitas tazas, y esa galletita que te sabe de lujo en una tarde que siempre promete complicidad, risas, amor y buen rollo, que es de lo que nos alimentamos para brillar. Después nos vamos de tiendas, miramos los escaparates, intercambiamos gustos por lo que observamos y nos encanta comentar.
Ayer lo hice con mi madre a la que veo muy poco por que nos separa 1200 kilómetros, se puede decir que entre las dos dividimos España en una linea recta, que va desde Cantabria a Ceuta.
Un maravilloso día en Gibraltar, no lo conocía y me gustó, pero claro para no quedarme. Cogimos el barco a las 7,30 de la mañana, a las 9,00 el bus y a las 10 estábamos en el peñón de Gibraltar, la frontera se pasa de manera fluida, nada parecido al tinglao que se forma cuando pasas a Marruecos por estas fechas, que es de lo más caótico.
Allí estábamos en País Inglés, el idioma es una mezcla de inglés y andaluz, algo muy curioso.
Recorrimos la calle real o main street, viendo cada una de sus tiendas, sin prisas, las dos muy cómplices, sin ningún maromo que nos esperase en la puerta de las tiendas con cara entre desesperación y gesto de estreñimiento. A media mañana un suculento café, en una terraza maravillosa, como dos reinas. ¡Cuánto hemos trabajado, sobre todo mi madre, con una vida mucho más dura que la mía y hoy disfrutando con el gesto relajado. El café sabía a puro placer, viendo pasar a la gente, de lo más variopinta.
Mi madre empecinada en ir a presentarme a los monos del peñón, pero me negué, estoy harta de monos, loros, pájaros, urracas, cerdos y demás. Ahora eso sí, a mi pequeña de cinco años le compré un mono de peluche con la camiseta de Gibraltar. Después más tiendas, y más tiendas, una atracón sin límites, sin condicionamientos, sin vigilancia, entramos aquí, allí y en el otro lado. Disfrutamos sin control.
Nos invitaron a un tratamiento de colágeno, y por si el cansancio de ver tanta tienda nos había pasado factura, salimos con los ojos de lo más estirados, y abiertos para no perdernos nada del final de la jornada de compras.
No teníamos prisa, comimos en una maravillosa terraza en la plaza de main street, llena de gente, pero con un ambiente agradable. En la cafetería Sólo, un maravilloso solomillo con verduritas a la plancha. Una caña de esas que te hacen cerrar los ojos de gusto en el primer trago.
Hablamos de todo, de todo lo que nos une y de la distancia que nos separa.
Volvimos en bus a Algeciras y de nuevo en barco a Ceuta, no nos esperaba nadie, bueno sí, las dos perritas de mi madre, que ladran como locas cuando nos ven, y que sin duda se hubieran sumado a un fantástico día de chicas.
Una jornada intensa que sin duda te deja con ganas de más. Un verdadero placer que nos acerca a nuestra íntima naturaleza, la belleza del compartir como en otras situaciones sensaciones, risas, complicidad, amor y muy muy buen rollo.
Y si existen personas que a esto le llaman ser superficial, soy una superficial de lo más profunda. ¡Que bien no lo pasamos!.