viernes, 6 de marzo de 2020

DE MADRUGADA

Eran las cinco de la mañana, todo estaba oscuro y tranquilo, una paz que solo da la noche. De la que avisa el atardecer, bajando el volumen de los sentidos, despejando con serenidad y calma.
La noche es conquistadora, es envolvente, es magnética. Una telaraña de ensoñaciones, de cierre a lo perceptivo y de apertura al interior. Las voces que por el día aparecen camufladas por el ensordecedor y disparatado ritmo del universo, calla a partir del golpe de queda de la luna. Cuándo el sol cierra los ojos para mirar a otros, para abrazar otras ciudades, la luna sale sigilosa entre la densidad de un firmamento a veces estrellado, otras no. Otras la intuimos. 
La luna nos mece y acuna para que cerremos los ojos y abramos nuestro subconsciente dejando escapar un cúmulo de pensamientos, ideas, intentando ordenar algo oculto que nos dirige sin darnos cuenta.
A esa hora, las cinco el mundo calla para dejarnos adentrarnos en la búsqueda de la realidad, desenmascarando los programas que intentan definir nuestra existencia. Entonces siendo conscientes de esa realidad, nos empoderamos y nos autodirigimos a nuestra propia conquista. 
Desalentamos a  los pensamientos rumiadores que nos acechan, dejándolos marchar. batiendo las ventanas, aireando nuestra mente, cambiamos todo aquello que nos bloquea y no nos deja alcanzar el sosiego, la quietud, la templanza, la cordialidad.
Así a través de este recorrido, me encuentro, me cultivo, me apasiono por ser una arqueóloga de mi interior. amando y respetando cada rincón de mi existencia. Sin juzgarlo, solo amándolo y reconociendo que soy un ser divino... como todos los que poblamos este mundo.
¿Sabes que eres un ser divino?...Sí, lo eres.

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