Cada mañana, al despertar agradece que sigues en el juego de la vida,
más de un millón de personas de las que se acuestan no vuelven a despertar.
Cada mañana, al despertar, agradece tu descanso, el poder del sueño
cuándo te incorpores y te levantes, agradece la fuerza de tu ser.
Cuándo cada mañana vayas al espejo, sonríe. Eres perfecto en la imperfección.
Eres divino, integrado en un mundo de seres divinos, bondadosos y cariñosos.
Cada mañana abre la puerta de la introspección, cultiva la agricultura espiritual,
siembra el silencio de un mundo lleno de oportunidades, de posibilidades.
Acaricia tu conciencia de luces cálidas, que te hagan flotar en el multiuniverso.
Déjate caer, déjate girar, déjate fluir adaptando tu camino al encuentro de lo inesperado.
Escucha tu silencio, la calma de tu alma, esa que recorre tu cuerpo sin ego.
Abruma te de tí, de un ser lleno de propósito, de un ser espiritual con una expresión
corpórea con intención, con significado.
Cada mañana calma la necesidad de dejar huellas como en el camino de las estrellas.
Tú, ya eres una estrella, no necesitas demostrar nada, solo dejarte llevar por tu yo,
más auténtico, por tu realidad más espiritual, por tu sendero, creyéndote nadie en
un mundo lleno de prepotencia, apariencias, absurda competición, envidias y recelos.
Cada mañana eleva tu energía con tus mejores propósitos, con tus mejores intenciones,
con tu realidad espiritual, esa realidad se convierte en esa fuerza brutal que traspasa
al campo cuántico, al mundo invisible de las posibilidades, convirtiendo se en tu realidad física.
Una realidad contagiosa, llena de magnificencia y benevolencia, que nos salpica a todos,
porque todos somos uno, y uno es una porción del todo.
Cada mañana disfruta de este bosque que somos el mundo, un bosque en el que cada árbol depende del resto. Un bosque que solo brillará frondoso y maravilloso, cuándo todos sepamos que nuestra acción individual tiene una gran influencia en el resto.
Cada mañana respira profundamente y agradece la experiencia única de la vida en el instante en que se vive.
Gracias por ser parte de mi vida, te quiero y me enorgullece compartir este nuestro mundo con seres como tú.
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