jueves, 3 de octubre de 2019

SOÑÉ CON UN PRÍNCIPE

Los cuentos me lo enseñaron de pequeña, mis padres me lo leyeron, los leía diariamente. Veía las películas de Disney en televisión y el cine. Los cuentos de príncipes valerosos y princesas atemorizadas por la maldad envidiosa de tanta belleza.
  Debía esperar convertirme en una de ellas, que la  mirada de algún príncipe azul deparase en mi, tuviera el placer de recibir ese beneplácito. Podría ser, rescatándome de alguna Torre alzada bajo un suelo arbolado que según mirabas se expandía en un espeso bosque. Allí atrincherada estaba, con un enorme dragón, que escupía un fuego arrasador.  Podía volver la tierra más fértil en un áspero desierto. Había que ser muy valiente para enfrentarse a ese bicho. Siempre había un príncipe fornido y ataviado con inquebrantable honor y armadura que podría rescatarme en brazos. Mi larga melena colgaba y se zarandeaba con el viento y en cada paso, sentía la protección de sus brazos musculosos. El dragón yacía muerto con la espada clavada en el cuello. El caballero me ponía a lomos del caballo, después se subía él, al que agarraba por la cintura y apoyaba mi cara. Me llevaba al mayor honor que podía haber, ser su esposa.
Esa es la moto estropeada e inservible que me vendieron de pequeña. Con esa historia metida en cada uno de los rincones de mi cerebro he tenido que sobrevivir, hacerme fuerte, desmitificar al héroe.
Con ese handicap , sesgo, condicionamiento, limitación mental he tenido que desaprender, descondicionarme, desarraigar y desapegar todo aquello que incrustado en mis neuronas no me dejaba hacer otra cosa que esperar quizás a ese príncipe que nunca apareció. Me vendieron la moto cuándo no tenía criterio para defenderme. Ahora libre, me doy cuenta de cuántas siguen buscando al héroe en las redes sociales y lo único que encuentran es pseudo hombres sin valores y en muchos casos sin escrúpulos que casados o no, entran en el mercado de la carne para el placer inmediato. 
Quizás nunca les llegará a tiempo el antídoto, alguien que les diga que no existen. Que de una Torre solo podrás bajar preparándote (afilando el hacha), que al dragón solo podrás controlarlo, conociendo el manejo de la espada o la doma del animal, que solo llegarás a donde quieras llegar encontrando sentido a cada uno de tus pasos, mirando el sol y las estrellas, disfrutando del viento, admirando el vuelo de los pájaros y reflejándote en los manantiales, sonriendo y advirtiendo que la única héroe ERES TÚ.

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