miércoles, 4 de septiembre de 2019

LA TORRE Y EL ÁRBOL.

La torre estaba allí, aunque nadie la veía, oculta bajo una maleza creciente que rodeaba cada una de sus piedras, pasaban todo tipo de personas andando, cabalgando, carruajes todos seguían el camino, nadie había reparado en la existencia de la torre. 
Dicen que el rey de la torre, era un buen hombre que mandaba sembrar preciosos árboles en su jardín para alegrar la mirada de su hija invidente. Ella sentía como crecían los árboles a su alrededor, los pájaros cantar cada mañana. Incluso había un precioso árbol de más de veinte metros que llegaba a su ventana. Ella acariciaba su rama y sus hojas y esa rama cada vez se hacía más larga y más frondosa.
El rey murió y su séquito y vecinos, se marcharon terriblemente asolados por la ausencia de su rey.
La princesa se quedó en la torre con miles de libros que imaginó leer, cien mil historias que creó en su cabeza, imaginando un mundo que nunca había visto, solo a través de los ojos de su padre.
Un día salio de la torre, tenía cierto miedo a alejarse y no encontrar la puerta, pero la rama del árbol la siguió, y ella pudo agarrarse a una pequeña rama, que permitió sus preciosos paseos. 
Se sentaba debajo de un árbol y contaba maravillosas historias desde la oscuridad, los árboles y flores parecían escucharla con mucha curiosidad.
Un día mientras contaba una de sus historias, un caballero del reinado más cercano, observó la Torre entre las ramas, y escuchó una preciosa e interesante voz que narraba con minucioso detalle un cuento, se sentó sin decir nada y escuchó algo tan hermoso que no pudo olvidar. Tuvo miedo de asustarla y empezó a silbar. 
Ella preguntó de donde venía tan interesante sonido. El caballero se presentó y empezaron a hablar.
La princesa paseó con él, largo tiempo y se marchó prometiendo volver a escuchar esa voz.
Al cabo de unos días el caballero volvió a la torre y se pusieron al servicio de la princesa, segaron las malas hierbas y dejaron el protagonismo al árbol que tanto le había cuidado y protegido, era como el brazo de su padre, fuerte y muy arraigado a ella. 
Nunca se separaron más, se enamoraron. El de su luz interior a pesar de su oscuridad, Ella de su fuerza interior y su generosidad. Se amaron hasta el fin de sus días.
Si caminas y ves una torre abrazada por un enorme árbol, sentirás que el amor recorre cada una de sus ramas, y sentirás la energía del amor verdadero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario