COMO CULTIVAR EL EQUILIBRIO EMOCIONAL ATRAVÉS DEL
MINDFULNESS.
¿Qué debo hacer?, cuándo te ocurre algo que te bloquea, que
te produce una emoción muy fuerte, se te acelera la respiración y se te
enciende el piloto automático que
llama a todo tu ejército fisiológico y
dispara tus alarmas en el cerebro ( sistema límbico ) anulando la razón para
defenderte. Una reacción automática e impulsiva, que provoca respuestas
inadecuadas y desproporcionadas nada razonables producidas en un sistema de
falsa amenaza.
Entonces debemos:
Hacer una pausa, detenernos. Observar lo que está ocurriendo,
como nos domina una emoción interna e intensa. Buscar ¿Qué sucede en nuestro
interior?
Seguir estos pasos:
-
Respirar
hondo, serenarse. Cobijarse en la cueva de la respiración, cambiar de
escenario, retirarse un momento y centrarse en la respiración profunda,
reconectarse, yendo a aquellas zonas del cuerpo donde la emoción se manifiesta,
no evitar sentir ni experimentar estas sensaciones corporales.
-
Tomar
conciencia de la emoción. Significa observarla sin juzgar para conocer la
experiencia emocional. Observar que situaciones desencadenan esa emoción si es
una situación o es una persona. Descubrir cuál es la emoción que nos está
embargando o si son varias. Ponerles nombre. Alegría, tristeza, ira, miedo…Cuando
las reconocemos, hay investigaciones que dicen que este reconocimiento favorece
el detrimento de su fuerza. Es muy importante reconocer o averiguar cómo se
expresa esa emoción, por ejemplo me tiemblan las manos, me duele la cabeza,
siento presión en el pecho…También preguntarse ¿qué necesidad esconde?, ¿que
nos impulsa hacer ¿( gritar, correr,
amenazar, llorar o reír…)
-
Aceptar
la experiencia, permitir la emoción. aceptar la emoción sin juicios, en
permitir que sea tal cual es, sin reprimirla ni oponer resistencia. Nos hacemos
espectadores del rechazo que nos despierta. Dejamos que la emoción se exprese
tal cual es. Le damos su espacio y la reconocemos dentro de nosotros, como algo
que ocurre en nuestro interior.
-
Darnos
cariño: es fundamental conectar con nuestro interior, abrazarnos, comprendiendo
lo que ocurre, nos damos afecto nosotros mismos…Pensemos que el «maltrato
personal» atenta contra esa fuerza que tanto necesitamos para alcanzar el
equilibrio emocional. Si nos resulta difícil recurrimos a las personas que más
nos quieren y que nos reconforta escuchar.
-
Soltar
la emoción: intensidad de la emoción se irá reduciendo poco a poco y esto nos
permitirá separarnos de ella. No somos la emoción solo le hemos dado cobijo
durante un tiempo. Solo conseguiremos que la emoción desaparezca cuando
consigamos que no se haga con el protagonismo de nuestro diálogo interno.
(rumiar sin cesar, la preocupación, la emoción).De manera directa y tajante no
se puede hacer desaparecer, pero así se va a ir disipando a través del contacto
con ella. En este sentido, pensar que no somos la emoción es una estrategia
clave para limitar el poder de la emoción sobre nosotros.
-
Una
vez pasada la tormenta emocional, el último paso para conseguir el equilibrio
emocional consiste en decidir si actuar o no. Si la situación en la que estamos
inmersos demanda una respuesta, ahora estaremos en mejores condiciones para
generarla. Desde la calma y la conexión con nuestras dudas y deseos será mucho
más fácil actuar. Ahora bien, si no es necesario que demos una respuesta
inmediata, lo más conveniente es esperar a que la emoción haya perdido la
intensidad del todo y, de esta forma, hayamos asimilado su mensaje.
-
Como vemos, una emoción difícil puede
transformarse en serenidad y calma a través de la atención plena y el paso del
tiempo. El filósofo neerlandés Spinoza lo expreso muy bien: «Un afecto que es
una pasión deja de ser pasión tan pronto como nos formamos de él una idea clara
y distinta».
-
Estar
presentes en las emociones es la llave que abre la puerta hacia el equilibrio
emocional. Una práctica que requiere tiempo y destreza; sin embargo, si la
conseguimos dominar, nos ayudará a sobrellevar las dificultades y problemas de
nuestro día a día, tanto con nosotros mismos como con los demás.
La intensidad de la emoción se irá
reduciendo poco a poco y esto nos permitirá separarnos de ella. Así, ya no
pensaremos que somos la emoción, sino que la estamos albergando durante cierto
tiempo.
Es importante tener en cuenta que
solo permitiremos que la emoción se disipe cuando impidamos que se alce con la
batuta de nuestro diálogo interno. Así, de manera directa no podemos forzar su
desaparición, simplemente se va a ir disolviendo a través del contacto con
ella. En este sentido, pensar que no somos la emoción es una estrategia clave
para limitar el poder de la emoción sobre nosotros.
Una vez pasada la tormenta emocional,
el último paso para conseguir el equilibrio emocional consiste en decidir si
actuar o no. Si la situación en la que estamos inmersos demanda una respuesta,
ahora estaremos en mejores condiciones para generarla. Desde la calma y la
conexión con nuestras dudas y deseos será mucho más fácil actuar. Ahora bien,
si no es necesario que demos una respuesta inmediata, lo más conveniente es
esperar a que la emoción haya perdido la intensidad del todo y, de esta forma,
hayamos asimilado su mensaje.
Como vemos, una emoción difícil puede
transformarse en serenidad y calma a través de la atención plena y el paso del
tiempo. El filósofo neerlandés Spinoza lo expreso muy bien: «Un afecto que es
una pasión deja de ser pasión tan pronto como nos formamos de él una idea clara
y distinta».
Estar presentes en las emociones es
la llave que abre la puerta hacia el equilibrio emocional. Una práctica que
requiere tiempo y destreza; sin embargo, si la conseguimos dominar, nos ayudará
a sobrellevar las dificultades y problemas de nuestro día a día, tanto con
nosotros mismos como con los demás.
«Si no está en tus manos cambiar una
situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes
ese sufrimiento».
-Viktor Frankl-
Esta información sintetiza los siete puntos recogidos por el Psiquiatra y catedrático de Psicobiología
Vicente Simon, para recobrar el equilibrio emocional.
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