lunes, 11 de septiembre de 2017

¡ PACA, VUELVE!.


Paca, no tenía formación pero desde muy joven se había dedicado a limpiar casas y cuidar a los niños de las casas donde trabajaba. Era corpulenta y sus rasgos denotaban fuerte carácter, aunque sabía cuando tenía que callarse, y cuando tenía que dar conversación a la jefa, una inteligencia natural heredada de su madre que también se había dedicado a lo mismo. no había delantal que se le resistiese todos le quedaban a su justa medida, ni mancha que  no se quitase con sus remedios caseros de jabón chimbo y mucho sol, las toallas  le quedaban relucientes, y las sábanas no conocían arrugas si las planchaba Paca. Paca encadenaba un trabajo con otro y así fue pagando la educación de su hijo Alvaro, fruto de una relación ilegítima con el hijo de la difunta Nora, que murió de vieja. Su hijo prometió a Paca el oro y el moro, pero cuando se quedó embarazada miró hacia otro lado y se hizo el escurridizo. Ella siguió con su embarazo, mientras encontraba otra casa donde lavar y planchar, esta vez en casa de Doña Aurora, una señora de unos 50 años sin hijos, que vivía con su marido Berto, guardia civil de profesión. Desde que entró embarazada notaba los ojos de Berto pegados a su culo a todas horas, pero Paca se hacía la sueca. Desde que llegó Paca a la casa, Berto no se quitaba el traje de Guardia de tráfico, intuía que simbolizaba poder, y podía despertar el deseo de Paca. 
A Paca le resultaba violento tener a un Guardia civil todos los días rondando por la casa, llevaba el delantal con el dni, el pasaporte,el carnet de conducir, el justificante de empadronamiento, y el alta de la seguridad social por si le daba por pedirle algo. Además cuando conducía y veía a la Guardia Civil, de manera automática pegaba el pié al freno y le daba el típico parkinson, muy peligroso.
Paca dió a luz y siguió trabajando llevaba a su hijo Alvaro a casa de Doña Aurora y mientras limpiaba atendía a su bebé, aprendió a esquivar a Berto en el baño, en la cocina, en el salón. Lo que más temía Paca era que Berto se quedara en casa sin su mujer, que esta saliera a jugar la partida al bar de enfrente con las amigas y ella tuviera que exponerse a las peticiones de Berto. Odiaba sus ataques, esas miradas que no pestañeaban cuando limpiaba el polvo o pasaba la fregona, a veces se le cuadraba en el pasillo, con esas botas negras y el pantalón se lo subía hasta pillar la hendidura entre barriga y pecho, pareciendo un souvenir de aeropuerto, la típica figurita que se pone encima del televisor, una mezcla entre la benemerita y José Tomas el torero.
Una tarde Berto se armó de sinvergonzonería y se acercó a Paca mientras le susurraba en el cuello le acercó el arma al trasero mientras le tocó el culo con una palmada brusca. Paca se giró y le dio una soberana bofetada, cogió a su bebé y las llaves del coche y se marchó, mientras escuchaba a voz en grito: ¡Paca vuelve, Paca vuelve!. A la orden de la Guardia, ni puñetero caso hizo Paca.
Cuando volvió Doña Aurora, su marido le dijo que había pillado a Paca robando una sortija del cajón de su secreter del dormitorio, que le dijo que si se marchaba no la denunciaría, y ella sabiendo de la profesión que se valía decidió sin tartamudear marchar sin cobrar ni un euro por que realmente era un despido improcedente, calumnioso, y abusivo. ¡Que iba hacer ella contra la palabra de un guardia civil?.pasaron unos meses y Berto vestido con el traje y el tricornio le dió el alto a Paca,  ella salía de trabajar y no estaba para pruebas de alcohol, aún así paró el coche, Berto la saludó muy cariñoso y le dijo que se dispusiese a soplar. Berta le respondió: te va a soplar tu.......soltando un buen taco, mientras apretaba el acelerador, y Berto gritaba: Paca vuelve, Paca vuelve. 
Berto se dio cuenta que sus ordenes flaqueaban, y que el uniforme le quedaba grande, muy grande.


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