Adriana era la única niña de la casa y eso significaba que era única hija, nieta, sobrina, ahijada. Tenía miles de juguetes y no le gustaba compartir nada, todo tenía su nombre. por mucho que le habían dicho lo de que las cosas se comparten, ella ni caso. Así que un día se levantó y decidió guardar también sus sueños para no compartirlos, los encerró en un cajón, se cansó de perder los y olvidar los,y los fue apilando de uno en uno. El sueño de los animales parlanchines, el sueño del set de la doctora curalotodo, tenía un desfibrilador del odio, un audífono del alma, un jarabe contra la ansiedad, capsulas para la humildad, inyecciones para la empatía, un purificador del ansia y la glotonería, y un inhalador de la generosidad, en este sueño se lo recomendaban a Adriana, tres veces al día, pero nunca se lo echaba. Así fue llenando el cajón, todos los días metía uno y a veces dos cuando echaba la siesta después del cole.
Un día llegó al cole y le contó a su amiga Aitana que tenía un cajón de sueños pero que no los compartiría con nadie, Aitana se enfadó con Adriana, pero no hubo nada que hacer, no le contó ninguno. Después del cole ese mismo día la niña se tumbó después de comer en el sofá y se quedó dormida, soñó que Aitana entraba en su habitación, abría el cajón de sus sueños, y estos volaban por la ventana como globos de helio, las personas que los veían los recogía sonrientes y los iban compartiendo a su paso con el resto de gente que se iban encontrando, así cogieron el sueño de la doctora curalotodo, y el resto de sueños. la niña vio como las personas disfrutaban con sus sueños, lo divertido que era compartir. Cuando despertó fue corriendo al cajón, los metió todos en una caja y los llevó al cole, todos sus amiguitos se sentaron alrededor de ella, y comenzó a contar sus sueños, sus amigos como siempre también los compartieron, y Adriana no dejó de compartir el resto de cosas materiales que tenía como nunca lo había hecho. Aprendió que compartiendo era mucho más libre, como un globo de helio.
Enternecedor como tú misma, Carmen
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