¡Mamáaaaa.....Mario se quiere poner mis lazos!, dijo Lucía mientras se vestía para el cole, mamá contestó: déjale que se los ponga, y Mario esperó a que llegase su abuela jugando con un coche por el pasillo. Mamá tenía que llevar en coche a Lucía al cole, mientras que Mario de solo un año, salía con la abuela al parque. Se cruzaron por la puerta, mamá no le quites los lazos a Mario, ¿que, que? respondió la abuela, y cuando entró vió al niño con semejante pinta, ¿ que clase de espécimen van a pensar que es mi nieto si lo llevo así al parque?, lo van a señalar como si fuera un animal exótico y me harán la típica pregunta, ¿es niño o niña?. la abuela le arrancó los lazos, y Mario empezó a llorar a moco tendido.
Mario se hacía mayor y seguía con su pasión por los lazos, dibujaba moñas a los barcos, a los árboles, a las casas, y encima de cualquier cabeza o parte del cuerpo que se le antojase. Nunca dijo que le gustara ser niña, a él solo le gustaban los lazos, por que si así hubiera sido no entendía el problema, es tan válido querer ser mujer que hombre independientemente de los genitales con los que hayas nacido. Pero a él solo le gustaban los lazos. No le importaba como le mirasen, él se ponía lazos y moñas donde le apetecía, sobre todo en los zapatos y la cabeza. Muchas veces sentía el rechazo de sus compañeros, pero el se gustaba y no le importaba las miradas insultantes que percibía, sabía que el cariño y el amor estaba por encima de algo tan poco transcendental como ponerse un sencillo adorno.
Estudió en la facultad de ingeniero agrónomo de Madrid, y cuando terminó hizo bellas artes, allí se encontraba muy a gusto, ya que las personas se conocían sencillamente, no se juzgaban, y un día en la cafetería de la facultad se le acercó Olga, una belleza tipo irlandesa vestida con falda larga y frac, empezaron a hablar con una afinidad increíble, a ella le encantó la moña que llevaba Mario en la cabeza, y se dieron cuenta de todas las cosas que tenían en común. Así se conocieron y a Olga nunca más le faltó una pajarita en su cuello, ni una bonita moña en su falda.
Mario es un gran empresario, junto a Olga tienen una empresa de diseño gráfico, él siempre lleva lazos y moñas, y a ella no le falta nunca su pajarita. Tienen tres hijos Lucas, Alma, y Menta. A lucas le gustan los lunares, tiene rotuladores de colores de tela y dibuja miles de lunares en su ropa, y en los dibujos que hace para el cole, se siente niño pero le vuelven loco las pintas, y en el caso de que se sintiese niña, ¡que más da!, lo importante es que haga y sienta de verdad.
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