Oscar llevaba una pequeña maleta encima de sus rodillas y la agarraba con sus manitas, tenía miedo a que se le cayera con el movimiento del tren. En el cuello un cordón del que colgaba una tarjeta rectangular con un nombre y un apellido con su fecha de nacimiento. Le habían dicho de modo reiterado que no hablase, que no dijera nada, ni una palabra. A la llegada a la estación donde el tren finalizaba su recorrido iría una señora, que lo primero que le diría sería la palabra rosa.
Una pequeña maleta llena de sensaciones encontradas abrazos, gritos, empujones, susurros, y mucho dolor íntimo, algo difícil de exponer sin abrir con un bisturí. Su último recuerdo lágrimas y carcajadas con su hermana Eli, la echaba de menos. Ella se fue el día anterior, no sabía donde ni con quien. Se despidieron tensos, mirándose con miedo pero con mucha ternura. Se cogieron de las manos y su hermana le abrazó, mientras le mojaba el cuello de lágrimas. Eli se iba alejando pero sin dejar de mirarle, andando a ciegas de la mano de una señora que no conocía, sus ojos se alejaban y sus miradas se buscaban continuamente, se metió en el coche y desapareció por aquel camino por el que habían jugado juntos tantas veces.
Entonces él se puso de pie en el vagón, colocó su maleta en el asiento y se sentó encima de ella, no quería que se le cayese, ni se esfumase ningún recuerdo.
llegó a su supuesto destino, hacía frío y apenas llevaba un jersey de lana. Se quedó sentado en el asiento solo y de pronto llegó una señora, dijo rosa, su piel era blanca casi transparente, y tenía unas mejillas muy sonrojadas. Le sonrió, me llamo lawrence y ella le preguntó su nombre, el niño no respondió. Dame la mano, acuérdate rosa, la palabra rosa, y Oscar le tendió su mano temblorosa, ella la agarró con firmeza. Oscar no paraba de susurrar el nombre de su hermana Eli, Eli, lawrence le dijo tranquilo con una voz muy suave y serena, repitió tranquilo.
Cuándo salieron del tren, se oía la Gestapo movilizarse por las vías, registrando el tren y pidiendo documentación. Oscar sintió mucho miedo, esas voces unos días atrás llegaron a su casa, mientras su hermana y él se escondían en una agujero que había hecho su padre en uno de los árboles del jardín donde vivían.
No lo pudo evitar y se hizo pis, mientras Lawrence tiraba de él, había mucha gente y pasaron desapercibidos, era cuestión de suerte.
Se metieron en un coche, Oscar no se separó de su maleta agarrándola fuerte con la mano izquierda, de la derecha se encargaba ella, dándole seguridad. Las piernas mojadas al igual que los calcetines y le sudaban las manos.
Recorrieron un largo camino, sin palabras, aunque ella pasó a rodear su brazo por su cuerpecito, ya que el pis se había enfriado y tenía frío, no podía evitar temblar.
Se acercaban a una casa muy grande, llena de árboles, le pareció ver la figura de una niña, parecía su hermana, cada vez que se acercaban la veía con más nitidez.
El coche se paró, y el señor que conducía se bajó para abrirles la puerta, Oscar dejó la maleta, salio del coche y empezó a correr hacia ella, se abalanzó, se abrazaron fuerte muy fuerte y lloraron de emoción durante mucho tiempo, besándose y acariciándose, sin palabras.
Nada los volvió a separar, Eli murió antes que Oscar, quizás por ley de vida, o por caprichos del destino. Pero Oscar sabía que habría otro encuentro, no lo dudaba, y ese sería para la eternidad.