miércoles, 8 de enero de 2020

PRIMER DÍA DE CLASE DEL 2020

2020, año par. El año con proporción áurea, apenas ha empezado y no quiero que se acabe.
Me encanta su sonoridad, sus preciosos ceros y esos dos doses arrogantes que pronostican un año lleno de Love, de  caricias, de íntimos abrazos, de locos besos, de amorosos te quiero, de locos encuentros, de miradas chisposas, de maravillosos acercamientos, de ruidosas y sinceras carcajadas, de fluidos momentos, de momentos eureka, de un inconsciente marchar del tiempo, sin poder atrapar el instante, saboreando los segundos e intentarlos pillar sin poder hacerlo. No quiero que se acabe el 2020 y acaba de empezar. Este año es tan bello, tan bonito, tan redondeado, tan perfecto, tan lleno de curvas y desfiladeros. Un año con  vistas, lleno de vuelos, de aterrizajes y firmes suelos. 
Me encanta el 2020, un año para listos y casi listos, para despistados y atentos, para locos y también cuerdos, para los novatos y los experimentados, para los nerviosos y los pausados, para los divertidos y los malhumorados, para los que siempre repiten todo dos veces e incluso mil cómo los que tenemos hijos o perro que nos ladre. Un año que solo puede flotar por que está lleno de burbujas y globos de helio.
2020, quiero rodearte entre mis manos y acercarte a mi corazón para decirte que atisbo mi sueño entre tus cálidas curvas, escucho silbidos de vientos del sur, piar de pájaros de costa de una mar brava que atiza la piedra y por ella se derrama el agua salada que esculpe la calma anhelada, cuándo surge la necesidad de un nuevo ciclo, un bello ciclo de ilusiones y dulces sueños que se cumplen.

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