lunes, 27 de enero de 2020

LA EMOCIÓN DE DESPERTAR.

Esta mañana cuándo escuché el despertador que tengo en el móvil, en el baño, encima del vater, con todo mi caos, toda clase de artilugios para volver decente una cara somnolienta. Me bebí un vaso de agua mágico que despierta mis vísceras perezosas y hambrientas. Les doy el vaso de agua para que vayan desperezándose y me dejen meditar una hora. Hoy tengo un nuevo reto, pasar de la alfombrilla a la silla. Tengo miedo a que mis reposaderas protesten por tan duro material y no me dejen consolidar la sesión de trabajar mi centro de atención. Pasar de las ondas betas de nivel uno a las alfa, esas que permiten descubrir un mundo lleno de invención y visualizar personajes de todo tipo, para una nueva historia. Pero va a ser que no, el reto me va a pasar factura y voy a estar muy centrada en mis riñones. Aunque visualice cada parte de mi cuerpo inhalando y exhalando aire, llenándome de energía y soltándolo, expectante de las sensaciones. Los riñones erre que erre, me reclaman y protestan.
Cuando ya me harto, miro el reloj, han pasado cincuenta minutos. No está mal para el primer día en esta nueva posición. Me levanto contenta y no preocupada, sé que lo voy a conseguir. Poco a poco.
Si algo importante me ha enseñado la vida es saber esperar.
Hoy, está nublado y llueve pero no deja de ser un día fantástico para empezar la semana. Para descubrir muchas cosas, para abrir un mundo de posibilidades, para visualizarte feliz. Desarrollar el altruismo con tus acciones y palabras. Si lanzas estrellas al cielo, caerán chispas de hermosas luces. 
Quiero compartir contigo todas esas chispas de energía positiva, que te impulsen a vivir con lo mejor de una. Aplaudamos nuestra existencia. ¡Cuídate, sin ti, nada sería lo mismo!. Feliz semana.



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