lunes, 15 de mayo de 2017

¡¡¡PACO!!!



- ¡Paco!, ¿Cuántas veces te he dicho que vengas?, a tu madre siempre se le hace caso, ya sabes que yo quiero lo mejor para ti, ¿quien te quiere a ti?, tu madre, siempre tu madre. Paco tenía solo 5 años y ya quería ser policía nacional, fruncía el ceño cada vez que veía alguna injusticia. En el cole le llamaban el justiciero, y le tomaban el pelo por que era demasiado responsable y repelente. Así que prometió seguir de cerca a sus opresores, y no perdonarles ni una sola falta de adultos. 
A los treinta, ya era policía, se había metido en la cultura del músculo y el deporte, era un hombre muy guapo y con un cuerpo muy esbelto,  económicamente independiente, pero su independencia era cero cuando oía gritar a su madre: ¡ Pacooooo!, con la que vivía en un piso céntrico de Torrelavega, Cantabria. 
Ya a sus 47 años, seguía con mami, y sus noviazgos no llegaron a casamiento, por que ninguna se parecía a Conchi, nadie cocinaba el conejo como mamá, ¿no se que era?, pero era la única que sabía especiar las carnes de esa manera. Así que pasó de polluelo a pollazo pero sin abandonar el nido.
Tenía el turno de noche, así que controlaba mucho del ambiente nocturno en su ciudad, los chavales que hacían botellón, los que animados por la falta de autoestima y de ser ellos mismos, terminaban en coma etílico, las cuarentonas divorciadas que salían a desfogar después de años de opresión, buscando el polvo que las hiciera viajar a un todo incluido, y los tiburones, esos hombres que tenían ensayado el pirópo y la frase más cutre para enganchar a alguna ciega de alma y pobre de quererse.
Paco se había fijado hace tiempo en Irene, una mujer preciosa divorciada y con dos hijos que vivía en el cuarto, un piso más abajo que él, le gustaba su figura esbelta, sus hermosos ojos azules, y ese pelo liso y muy corto que iluminaba sus rasgos castellanos. Ella era una mujer luchadora, íntegra y con valores muy forjados por grandes enbestidas que le había llevado a endurecer su corazón, y poner una puerta blindada para evitar depredadores emocionales.
Paco, empezó su cortejo, de modo lento pero con seguridad. La esperaba en el garaje cuando venía de montar en bici a eso de las cuatro o cinco de la tarde, en su bici llevaba un bote de desodorante, colonia y un peine, de ese modo tenía un aspecto sospechoso, ya que después de una buena paliza en bici, nadie está impecable, con el pelo engominado y la camisa bien abierta, asomando su pecho escultural. Alli aparecía ella de dar sus clases de Pilates, el se hacía el casual, y siempre le decía algún piropo, que ella no rechazaba, Paco estaba muy bien y parecía serio y a la vez creaba un ambiente romántico aunque un poco cómico. Los encuentros eran puntuales, pero a ella le parecía divertido y siempre que entraba al garaje, esperaba ver a Paco con su bici, ambos niquelados.
Pasaron muchas semanas y ni rastro de Paco, ella miraba a la entrada del garaje, pero nada. 
Después de muchos meses, una tarde que Irene volvía de dar sus clases, allí estaba esperándola, se quedaron mirándose mientras él se acercó y le atizó un beso en todos los morros, Irene se quedó impresionada, él volvió a repetir, y después fué ella. Se metieron juntos en el portal y se despidieron con un hasta luego. 
Irene se ilusionó, le encantaba su romanticismo, le parecía maravilloso que un hombre tan apuesto la esperase para mimarla con su mirada, con su voz, con sus besos. Pero Paco desapareció durante unas semanas no supo nada de él, hasta que Irene con su cabeza bien amueblada espero el momento para pedirle explicaciones y ese momento llegó, esta vez fue ella quien le esperó en el portal, para decirle si quería su número de teléfono siempre que fuera con intenciones de conocerse, pero en ese momento el se sintió acorralado, además coincidió que Conchi, su madre llegaba de la compra y con su mirada fija y sorprendida no aprobó para nada ese encuentro, pasó de largo, no dijo ninguna palabra y cogió el ascensor, mientras ellos hablaban. Paco, acobardado por la situación soltó el peor es que que se podía soltar. Dijo: es que yo voy por libre, Ella a cuadros le dijo, ¿tu?, el policia que vive con mami, el que mira con ojos de cordero degollado cada vez que me ve, el que me besó el otro día, el que me dice esas cosas bonitas. ¿que parte de tu cuerpo va por libre?, creo que te has equivocado le dijo ella. Y de pronto se escuchó un grito impresionante que procedía de arriba, era conchi: ¡Pacooooo!, y Paco subió las escaleras de dos en dos, ni siquiera se despidió, su madre la única mujer que hacía el conejo como a él le gustaba, le llamaba, y a esa voz siempre reaccionaba, pero a él le hacía ilusión jugar como cuando era pequeño y soñar que va por libre.




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