Cuando sueñas con un mundo ficticio, ideal, bonito, muy bonito, ese mundo que has hecho contagiado por los cuentos que tienen un final feliz, que te han contado desde pequeño las personas que más te quieren, que tienen un sabor dulce, que te dejan la mirada empañada de brisa y sol.
La vida te sorprende, y te hace desconfiar, la desconfianza de que todo pueda ir bien, a medida que creces se va complicando todo, te resulta más difícil controlar todas las variables que conforman tu vida y sólo tienes dos opciones ahogarte por la bruma y el oleaje, o desarrollar esa capacidad de adaptación que prolifera en cualquier ser humano que necesita sobrevivir. Respirar ante la adversidad.
Dile a esos padres que han perdido a sus niñas y niños en el atentado del concierto de Manchester, que fueron a ver a su ídolo, que respiren, que aprendan a vivir sin lo que más quieren, que no destrocen su vida con el alcohol y las drogas, mientras se culpabilízan de no haberles protegido como hubieran querido, preguntándose continuamente, porqué les ha ocurrido a ellos, darán mil vueltas a su vida, a esos ojos de los que se despidieron antes de ir al concierto, de esa mirada ilusionada por ver a su cantante favorita, a esa inocencia acuciada por la muerte sin respeto.
Han matado a sus hijos y a cuarenta y cuatro personas más, muertos en vida, intentarán cuidar del resto de sus hijos, pero en sus ojos como un edificio de varias plantas, habrá una que siempre se mantendrá apagada, y sus miradas jamás brillarán igual. Las lágrimas darán lugar a un desierto de tierra árida irrecuperable para la siembra, y por muy inteligentes que sean jamás entenderán la injusticia de haberles arrebatado lo que más querían, de esa manera tan injusta.
Y así no nos lo contaron, los monstruos desaparecían , morían , eran cazados o eliminados de los cuentos, nadie nos dijo que nuestro cuento estarían llenos de crueles y desalmados que nos romperían el corazón, el alma y matarían nuestras esperanzas y ganas de vivir.
Ningún ser humano está preparado para pasar por la muerte de un hijo.
Sólo nos quedará como los padres, hermanos, abuelos de las víctimas del concierto de Manchester, pasar el umbral de la muerte y volverse a encontrar con sus retoños, pero claro está será cuando toque, hasta entonces habrá que intentar aprovechar la vida degollada que les han dejado.
Preciosa y dura reflexión, pero muy cierta
ResponderEliminarPreciosa y dura reflexión, pero muy cierta
ResponderEliminarImposible superarlo, diría yo...
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