La constitución defiende los derechos y deberes de los
Españoles, pero cuántas veces vemos que la justicia tiene una grave
discapacidad para acometer el terrorismo contra los derechos y los deberes,
muchas de las arrugas que sostengo no son el resultado de la vejez que a mis
casi cincuenta años ya hace sus pinitos, si no que se producen por la
frustración de ver que soy injustamente tratada y no pasa nada.
Entre otras injusticias porque no quiero agotar a las
personas que se dignen a leerme, es mi estado laboral. Soy funcionaria de
carrera, cargo que me ha costado mucho esfuerzo y renunciar a muchos años de
diversión plena, mi cabeza estuvo hasta que aprobé pensando en mi asignatura
pendiente la oposición, después de once años de lucha por conseguirlo, en el
2008 con tres niños pequeños, lo conseguí, levantándome a las cuatro y cinco de
la mañana, mientras mis hijos dormían, yo podía estudiar. Así pues conseguí lo
que perseguí con verdaderas ganas. ¿Qué ocurrió? ,estuve en prácticas un año, y
en expectativa dos, después me dieron la definitiva en Santoña, embarazada de
la cuarta, me dijeron que no era motivo para tener un destino cerca de mi
residencia, también acredité la enfermedad del primogénito, una alergia mortal
y extrema a los lácteos, que le impide comer fuera de casa y llevar un bolígrafo
de adrenalina a todas horas encima, ya que el choque anafiláctico lo puede
matar, y al final después de mucho papeleo, personarme en la consejería de
educación y dar la paliza, me dejaron quedarme en un destino cerca de mi
residencia por medio de lo que se llama una comisión de servicios. Al cabo de
dos años me dieron la definitiva en Corrales de Buelna, que está a 10 o15
minutos de Torrelavega, me puse muy contenta y allí fui, pero poco me duró la
idea de que allí me iba a jubilar. Un buen día me sacó la directora de clase y
me dijo que allí no había sitio para mí, habían restado horas al departamento
de educación física y habían solicitado media plaza bilingüe, no le gustaba mi
forma de hacer las cosas y me echó, increíble pero así fue.
Volví a casa ese mediodía con uno de los mayores disgustos de
mi vida, no entendía esa injusticia, como en tan solo un año y después de sacar
una vacante en un centro para que sea cubierto como plaza definitiva por un funcionario de carrera, se puede
desplazar al funcionario sin más, destruyendo sus expectativas, desguazando sus
anhelos, machacando su sentido razonable de la justicia.
Un juguetito de la administración, que iba a ser vapuleado
aún más. Cada año a un centro distinto sin posibilidad de cercanía a la
vivienda, porque los interinos bilingües ocupan las mejores plazas, sin ningún
derecho. Te dejan desnuda profesionalmente, te quitan los puntos para poder
optar a una plaza en el siguiente concurso de traslados, ya sé que soy un poco
exagerada, pero estoy de leprosa en la Consejería. Te pasan con preferencia los
funcionarios recientes, los interinos. Todo tu esfuerzo tirado a la basura, no
tienes continuidad en ningún centro, y con casi cincuenta años pierdes
seguridad, autoridad, capacidad para realizar proyectos, desconoces cada año la
identidad del centro al que te enfrentas, que se gestiona de modo diferente,
diferentes compañeros, diferente equipo directivo, diferentes alumnos a los que
llevas conociendo un año y con los que quieres hacer muchos proyectos en años
venideros.
Tus hijos pequeños pierden los derechos a que su madre esté
cerca para ocuparse de ellos, porque así lo he luchado y lo he querido.
Es muy triste la
injusticia, muy triste, y nadie escucha, ningún responsable de mis males me
atiende con racionalidad, con humanidad, por eso sigo así, maltratada por un
sistema muy injusto. Y aun así trabajo con ilusión y adoro a mis alumnos.
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