No te conté el por qué, porque el por qué no importaba,
El por qué lo silenciaste con los gritos, esos que dabas.
Nunca dejaste de gritar para calmar tu alma,
que se armaba de fuego con cada mirada.
No te conté el por qué, porque el por qué no importaba
por que dejaste la puerta abierta para cerrar las ventanas
a penas un resquicio de aire por el que ventilaba.
porque el por qué no importaba cerré los ojos al alba,
para callar el infierno del por qué me aterraba.
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