En julio me metí en el ordenador, busqué calendario de carreras, y ahí estaba la media maraton. Y así como hago las cosas me apunté, enlazando una lesión con otra y con más valor que el alcoyano como dice mi madre que es alicantina. Parece un poco absurdo pero lo que se dice empecinarse en hacer algo, ponértelo como objetivo y no parar hasta conseguirlo.
Hace 15 días lloraba desconsolada delante de mi hijo el mayor después de preguntarme que me pasaba, que me veía cara de tristeza y le respondí que tenía un día malo, había salido a entrenar y volví muy dolorida a casa . la esperanza de correrla se iba al traste, pero seguí intentándolo por que el que quiere puede, y el que piensa que puede lo consigue, y si no quieres no puedes y no lo haces. Con esta milonga fui al conserje de mi nuevo instituto en una filosófica conversación de la vida donde apareció la dichosa frase, que le trae por el camino de la amargura y todavía no he encontrado el momento de aclarársela así que parece un poco reticente a hablar conmigo no sea que le vuelva loco.
No paré hasta conseguirlo, como si fuera un atleta de élite, me dí el capricho de visitar al fisioterapeuta que aliviaba pero no quitaba el dolor. Y seguí entrenando más mal que bien con la ilusión de correrla y con el propósito de hacerlo bien.
Por fin llegó el día 4500 corredores 3,2,1 y a correr, adelantando e intentando que la cabeza no lo echara todo a perder, sufriendo cada minuto para darlo todo y no arrepentirme luego de no haberlo hecho mejor.
Así fui todo el camino insistiendo en no bajar el ritmo, yo misma me decía ¡estás sufriendo!, pero es lo que querías, pues a darlo todo y así lo hice lo dí todo todo. Así que terminé feliz y orgullosa, y para colofón la foto con Martín Fiz, la leyenda del atletismo español.
Ahora estoy como si me hubiera pasado un tren por encima de las piernas y me hubiera quedado con los raíles dentro, pero estoy muy orgullosa, ¡tanto! que no me quito la sonrisa de la cara.
Y así es la vida, he prometido a mi madre no volver a correr en mucho tiempo, que me duele hasta el alma, pero puede ser que mañana me levanté y me apunte a la próxima carrera.
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