Gabriel, solo ocho añitos y ya te has visto en una historia de terror. ¡que sonrisa tan bonita!, esa alegría es de que el tiempo que has vivido has sido muy feliz y has hecho feliz a todo tu alrededor.
Ahora nadaras entre las nubes con tu sonrisa bonita con esos ojos inocentes y esas manitas que apenas han podido agarrar la vida precipitándose hacia la muerte.
Tu inocencia a unido a todas las gentes de un país indignado con tu muerte, por injusta, por cruel, por frustrante.
Hemos visto en ti a nuestro niño y tus padres nos han transmitido el dolor y nos lo han inyectado en vena. Ayer desde que nos dieron la noticia descansamos de la incertidumbre, pero se nos apagó la luz de la esperanza, esa luz que tanto imploramos que no se apagase nunca, nos invadió el agujero negro, ese donde gritamos tu nombre perdiéndose entre las ondas de un espacio sin retorno.
Ayer nos robaron las ganas de vivir, la ilusión de tu sonrisa, la ingenuidad de tu mirada. Teníamos ganas de verte jugar y de verte crecer.
Solo nos queda mirar al cielo y saber que estas nadando en un mar de nubes, sonriendo, empujando al sol para que salga en la mirada de tus padres que tanto te quieren y en la mirada de las gentes de un país que desde ayer a las dos de la tarde miran a media asta, y sienten como una losa tu marcha.
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