Todos los días paso la página de las esquelas del país y lo llamo el Aula Post-mortem. Muy pocos nacen cuando sus madres salen de cuentas, y tampoco se muere uno cuándo por edad le toca, si no cuando es vencido por el juego de la vida. Cada día una veintena de historias se van, nos dejan para siempre, no hay una edad para marchar en el aeropuerto de la muerte encontramos gentes de lo más variopinta, algunos contentos por que al fin descansan ellos y sus parientes después de haber sufrido una terrible enfermedad. Otros incrédulos se preguntan por que están ahí, les sorprendió la muerte en el trabajo, en la autovía, o mientras dormían, miran a su alrededor como que no entienden su partida. En otros casos los muy mayores, que ya se habían hecho a la idea y que llevan la foto de los nietos en la mano, pensando que los dejan pequeños y haciéndose una imagen de como serán de mayores. Otros han dejado a su mujer en casa solas, sabiendo que les costará recuperarse de su ausencia, pero la vida es así, te sorprende, y la muerte es así te sorprende, así que le tocara aprender a vivir sin ti.
Han dejado colecciones de cosas que lucharon tanto por tener, y que sus hijos ahora, no quieren, seguramente acabarán en un mercadillo de antigüedades, y a la larga los retratos, las miles de fotos de la boda, bautizo, comidas familiares, y fiestas de navidad. Por que en este viaje se coge el avión con lo puesto, eso sí te llevas todas tus deudas emocionales, te vas habiendo disfrutado de la vida o habiendo gastado de manera compulsiva tu tiempo sin darte cuenta quizás de no haberlo aprovechado.
La escuela post-morten, y el aula diaria que nos muestra el periódico de los que se han ido el día anterior, nos muestra un grupo que se lleva un sinfín de vivencias de las que todos aprenderíamos si pudiéramos entrevistarles, sobre sus vidas de niños, todo aquello que les hizo sufrir y que les hizo feliz. Cómo vivieron los triunfos y las derrotas, de las que posiblemente se recuperaron, y con las que pasaron una metamorfosis, un crecimiento personal.
Quizás antes de marchar deberían de modo voluntario, escribir sus vivencias, como formación para la sencilla y complicada faena de vivir.
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