domingo, 27 de agosto de 2017

EL DESTINO


En ese instante ocurrió todo, estábamos sordos aunque eso sí, hablábamos sin parar sin apenas escucharnos. Era el momento el destino había decidido que se dieran todas las casualidades para que estuviéramos allí, y seguramente se dieron todos los impedimentos para que algunos asistieran a ese lugar en ese mismo instante, ya que el destino así lo quiso.
Cruzamos la calle algunos de la familia cogidos  de la mano, mientras otros discutían y otros hablaban sin parar de lo caro que era todo cuándo salías de vacaciones. 
Y hasta ahí, no recuerdo más, esa fue  la última vez que vi a mi familia, que escuché los pitidos de los coches, el murmullo de las gentes disfrutando de momentos de distracción, de voces que vendían flores, lotería. La misma lotería que nos tocó a nosotros, fuimos arrastrados, golpeados con violencia sin saber por qué, ya no oímos más voces, se hizo un silencio repentino, un sosiego involuntario del que no sé quien despertó. 
El destino, que no sé quién es, ni quien lo decide, quiso que sin quererlo, llegáramos a ese sitio en ese momento. Quizás que mi hermano regurgitó y mi madre tuvo que volver a la habitación del hotel y tardamos diez minutos más o quizás que el semáforo de la calle anterior se puso en rojo en aquel preciso momento en el que nos preparábamos para cruzar, el caso es que como bala que llega a la diana, nos llegó de pleno. Estábamos en el lugar exacto a la hora precisa en la que ocurrió todo. 
se hizo un silencio repentino, un sosiego involutario, del que no sé quien despertó.


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